Otra vez Letizia. Involuntariamente, pero Letizia. Creo que está marcada con ese sino del que es prácticamente imposible desprenderse: todos te observan y ninguno se pone de acuerdo en lo que debes hacer. Si haces esto, malo; si haces lo otro, también. Viene esto a cuento de la fotografía que ha distribuido a través de su web la Agencia Oficial de Prensa de la Casa Real Saudí: en ella se observa cómo la Princesa departe amablemente con el rey de por allí, el del Toisón, en la larga mesa en la que se homenajea con una cena al ilustre visitante. Esas cosas del protocolo. Nada de anormal, me parece a mí.
La Casa del Rey, en cambio, se ha molestado como suelen molestarse estas instituciones –dando gritos de puertas adentro, pero mostrando levemente una cierta y educada incomodidad de puertas afuera– por el hecho de tener que justificar que Letizia haya asistido a ese acto en su ya famoso “periodo de lactancia” mientras no lo ha hecho en otros muchos en España de transcendencia infinitamente superior. La hospitalidad es la hospitalidad, y más si no tienes que moverte de casa, habrá que pensar. A este rey, que reina un país que es el que nos vende más de la mitad del petróleo que consumimos –pequeño e insignificante detalle– se le ha recibido en el nuestro con todos los honores habidos y por haber y sin que nadie, de forma oficial, le recuerde el régimen medieval y tiránico que sufren, por ejemplo, las mujeres, los homosexuales y los practicantes de otras religiones. Nadie lo ha hecho, ni siquiera el adalid de civilizaciones amistosas Rodríguez Zapatero, por una sencilla razón que tiene que ver muy mucho con los intereses nacionales. A éste interesa no tocarle las narices porque su aporte energético es estratégico para España. No hay más. Y si se le recibe en Palacio, se le da de cenar con Princesa incluida. Ahora bien, que se cabreen por la foto en la que se observa a la Princesa cumpliendo con su deber denota que deben tener la mosca tras la oreja por los comentarios que han suscitado las ausencias de Letizia en actos concretos tanto familiares como oficiales.
Efectivamente, hay una parte de la sociedad que se pregunta qué hace la Princesa con la niña si ellas, cuando fueron madres, estaban a los cuatro días en las cosas de comer.
Creo, sinceramente, que todo esto tiene más que ver con la concreción exacta del papel de la Princesa de Asturias, que se sigue diseñando y adaptando a las circunstancias, que con las tomas de leche materna que precise la segunda hija del Heredero.
Que a este paso, va a salir la mejor alimentada de la familia.