Diez Minutos |
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22 de diciembre de 2006 | ||
El secreto de Sanz |
O bien Alejandro Sanz anda rápido de reflejos o quien le aconseja lo hace bien. Horas antes de que un espabilado trabajador estuviese a punto de rentabilizar una historia personal, el cantante algecireño nacido en Madrid comunicó al orbe cristiano –y al otro– que es padre de un niño de tres años nacido de una relación al parecer esporádica con una maquilladora portorriqueña. Ese extremo, conocido por algunos periodistas respetuosos con el círculo privado del cantante –para que luego digan–, fue el causante de la ruptura entre nuestro hombre y su bella mujer unos meses atrás, lo cual parece comprensible ya que a nadie la hace gracia que su pareja tenga un hijo extramatrimonial consecuencia de un tórrido encuentro con una tercera persona. Lo significativo del caso es que el individuo en cuestión, empleado en la casa de Alejandro, ha sido detenido por la policía norteamericana como consecuencia no sólo de su extorsión potencial, sino también de un amplio historial de estafador que le acompaña desde que llegó a EE.UU. procedente de su Cuba natal. Si aquí en España la policía operase con tanta diligencia con los extorsionadores, chupasangres, aprovechados y vividores que pululan a cuenta de personajes conocidos, no tendría tiempo para dedicarse a otros menesteres relacionados con la seguridad pública. Ha nacido una especie nueva, la del relator de intimidades ajenas a precio negociable: en este delicioso país de nuestras entrañas, como es sabido, no les pasa nada; en América, en cambio, los detienen. Vaya por Dios. Cuentan que Alejandro no estaba pasando por un buen momento personal y que su comportamiento era más propio de un depresivo que otra cosa. Quizá este suceso le espolee el ánimo y le ayude a sacar la cabeza de una situación particularmente delicada. Ha hecho bien adelantándose a las circunstancias: al parecer, el cubano estaba ofreciéndose al mejor postor para contar con pelos y señales la historia del hijo del cantante y todo aquello que tuviera que ver con la intimidad de éste. La jugada hábil y sincera de Alejandro ha impedido que asistiéramos a un espectáculo más de indecencia y desahogo y le ha permitido, en suma, dar a conocer algo que siempre estaría presente como un secreto incontenible en la vida del artista: los hijos crecen y, antes o después, salen a la palestra. Los suyos le han aconsejado quitarse de la circulación –cosa que también parece haber hecho su ex mujer– hasta que la tormenta escampe. Posiblemente es lo mejor. Al igual que haber comunicado lo que difícilmente hubiera sido un secreto durante más tiempo. Se ha quitado un peso de encima y puede respirar tranquilo. Y el cubano, mejor a la sombra que bajo los focos de la televisión. |
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