El periodista recreó su vinculación familiar con La Unión en su emotivo pregón del Festival del Cante de las Minas
ABC - ROSA MARTÍNEZ / MURCIA
Carlos Herrera abrió anoche la 51 edición del Festival Internacional del Cante de las Minas de La Unión con un emotivo pregón que dio inicio a la gala inaugural, en la que actuaron Encarnación Fernández, Lámpara Minera 1979 y 1980; Francisco Moncayo y Abdón Alcaraz, Bordón Minero y Filón 2010. La vinculación del periodista —nacido en la también minera Cuevas de Almanzora (Almería)— con la localidad murciana, a la que le une «un parentesco inevitable y hondo», quedó reflejada en un discurso nostálgico que brindó a sus tíos, quienes vivieron del trabajo minero de La Unión: «Es inevitable que hoy, en esta catedral del flamenco, me acuerde de ellos y les brinde las palabras que han de seguir». Pero no fue el único homenaje; también recordó a los grandes cantaores flamencos, entre quienes destacó a Manuel Ortega Caracol, Camarón de la Isla o Pepe Marchena, quien «dejó creada una taranta del todo punto insuperable».
«Modesto aficionado al flamenco», Herrera reconoció que nunca ha sabido si un cante es de dolor, de soledad o de taberna, pero de lo que sí tiene constancia es de que se trata de un «cante flamenco que ha ilustrado por igual nuestras noches de soledad y nuestras veladas de algarabía, ha hecho más tristes nuestros desamores y más gozosos nuestros idilios». Unos idilios en los que el cantaor «no inventa, recuerda; y cuando nos está desnudando su alma poderosa nos está reproduciendo, en realidad, fragmentos de su vida, casi siempre con desolación». De las letras que componen los cantes flamencos, dijo que «arrancan de abajo, de lo más hondo de la escala social, y estamos convencidos de que han sido creadas por gente que la mayoría de las veces no sabía escribir».
Su discurso fue un largo recorrido por la historia del flamenco, no siempre bien entendido: «El flamenco ha tenido —y a veces tiene— que esquivar los salivazos intolerantes de diversos individuos, o de sectores completos, que lo han elevado a la categoría de origen de todos los males». Y llevó al público a hacer un viaje a través de la historia del cante flamenco, «un ente vivo que se mueve a su capricho», y que, como concluyó en su pregón el columnista de ABC, el festival unionense le rinde homenaje con «la representación de un tiempo pasado en la garganta de hombres y mujeres de ahora que habrán de acercarnos los mismos atavismos y las mismas intuiciones».