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26 de enero de 2006

Letizia deja la baja


Tengo entendido que o bien el padre o bien la madre de un recién nacido disponen de cuatro meses de baja desde el nacimiento de la criatura al objeto de brindarle a ésta los cuidados preceptivos que requiere toda cosa pequeña. Hay quien dispone de ellos –la inmensa mayoría de funcionarios y trabajadores fijos– y hay quien no –la inmensa mayoría de autónomos–, siendo mayoritariamente la madre quien hace uso de esa prerrogativa por aquello de que dar el pecho le resulta complicado a un varón y porque el cuerpo, tras el sufrimiento del embarazo y el parto, merece un descanso.

La Princesa de Asturias, no obstante de disponer de trabajo fijo, aunque delicado, ha decidido volver al tajo esta misma semana, cuando aún no se cumple el tiempo establecido incluso para las futuras reinas. Como si fuese una autónoma, un viaje a Bulgaria ocupa su agenda y en él acompañará al Príncipe. Tranquilidad en las masas: la niña no se queda sola ni al cuidado de una vecina; se queda en el entorno familiar y bajo vigilancia de un entrenado grupo de nurses dispuestas a tirarse en plancha a por un chupete. Llega Don Felipe de la toma de posesión del presidente boliviano –supongo que con varios jerséis de mensajero como el que lucía don Evo durante toda su vuelta al mundo al objeto de regalárselos a sus cuñados– e inmediatamente cambia la ropa de la maleta para salir camino del reino del muy señor presidente Simeón.

Lo acompaña su esposa, que es un placer, por así decirlo, que no tienen todos los viajantes del país: más de una vez ha subrayado el Príncipe la suerte de la que goza al ir acompañado al trabajo de representación –ya se sabe: comidas no siempre deliciosas, discursos plomizos, recepciones interminables– por la persona a la que quiere y con la que se entiende de un solo vistazo. Los desplazamientos son más cortos y los actos también. Los gestos, por otra parte, nunca son baladíes y es bueno que así sea, que se piense en cada uno de los detalles: viajando a Bulgaria, Doña Letizia desliza un mensaje que es percibido perfectamente por el común de los mortales y que consiste en transmitir la disposición al cumplimiento del deber, del trabajo.

Si todos tenemos que trabajar, cada uno en lo suyo, para que esto salga adelante, mejor que sea cuanto antes. Eso de quedarse meses enteros al calor de los atentos empleados de Palacio estaba bien en tiempos pretéritos. El dinamismo social y laboral de ahora es otro, y aunque lo pueda hacer cualquiera, no es bueno que lo haga ella. Estas cosas, reconozcámoslo, saben verlas. Salud y buen viaje.

 


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