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25 de mayo de 2006

El desacertado posado real


Si las fotografías de la Familia Real en una conocida revista –de quienes nos honramos en ser sana y leal competencia– son un posado en toda regla, convendremos desde esta casa que eso no está bonito.
Que no, que no, que si hay fotos coronadas mirando a cámara, son fotos para todos, y si las hay en el interior de un acto privado, pues eso, es un acto privado y no salen de ahí.

Evidentemente, no tiene más importancia, no es una causa de guerra, ni de enfado solemne, ni para hacerse republicano al instante, ni para maldecir el día en que nacimos, no;  sí, en cambio, es para refrescarle a los servicios de prensa de La Zarzuela, muy medidos en general, que, con tanta mili como llevamos todos, este tipo de deslices no son, digamos, contemplables, y que cuando se tienen hijos hay que querer a todos por igual, aunque ya sepamos que el preferido es el preferido y el ojito derecho es el que ha estudiado más y el que tiene novia formal y el que se peina con gomina.

El acto en cuestión era una entrega de los Premios Laureus y en él se dieron cita no pocas excelencias del mundo del deporte y de otras disciplinas: desde Boris Becker hasta Morgan Freeman muchos fueron los invitados a esa gala que presidieron los Reyes y a la que acudió la Familia Real al completo.

Y en la puerta, por la parte de dentro, ¡click!, la foto, mientras en la parte de fuera quedábamos los demás: a ver Majestad, un poco más a la izquierda, eso es; Alteza, mire aquí por favor; a ver, a ver, que va a salir el pajarito... no cierre los ojos. Señora; otra, por si acaso... ea, ya está.

Qué envidia, no lo puedo evitar. Mira que me han dicho en la redacción: “Tranquilo, Carlitos, tranquilo, que no pasa nada”, pues voy yo y pienso... ¿Qué le hemos hecho las revistas del corazón a los servicios de prensa de La Zarzuela para que no organice el tráfico como es debido?

El pasado verano hubo guasa con el habitual posado de la familia al completo: fue en el barco y de manera privilegiada y ya provocó algún que otro mosqueo entre los enviados especiales que habitualmente cubren las vacaciones regias en Mallorca.

Esta semana ha venido a ocurrir esto que no trasciende al público pero que tiene una cierta importancia en el lenguaje de acuerdos y “buen rollo” que siempre ha manejado el servicio de prensa de palacio.
Mis respetos a la competencia, pero nuestro pequeño y afectuoso toque de atención a los chambelanes.


 


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