26 de abril de 2024
 
   
     
     
Últimos artículos
Las cosas de la termita [ABC]
Otra vez el «Francomodín» [ABC]
RTVE, el carguero de Baltimore [ABC]
«Nine to Five» [ABC]
¿TikTok nos espía? [ABC]
¿Cómo quiere el señor la amnistía? [ABC]
Todo a su tiempo y por orden [ABC]
Diario Sevilla
VER-ORIGINAL
29 de abril de 2007

El paraíso de Garmendia


Tendido en la cama, don Antonio comenzó su eterno paseo por la noche de Sevilla, donde a partir de ahora deberemos buscarle cuando necesitemos su inspiración. Él estará por allí, con sus largas barbas blancas enredadas entre las estrellas, sus bolígrafos en el pecho y su bloc de notas para crear los mejores versos jamás escritos y que ya nunca podremos leer. Ahora sueño, don Teodoro, con lo que usted me dijo: imagino a la ciencia logrando trasplantar los cerebros de los más grandes en las cabezas de sus hijos, con todos sus conocimientos y saberes, para que sus experiencias se  acumulen en los suyos.  Pero, ¿qué hacemos con las almas? A Garmendia, los astros se lo llevan por otros robles de vinos, tapas,  sabores, amores, paseos y conversa

Tendido en la cama, don Antonio expiró. Fue entonces cuando una gran bocanada de aire puro y limpio hinchó los visillos blancos del ventanal de su dormitorio y le vino a recoger el canto angelical de un coro de niños. Se colaron por el balcón de su casa igual que se le colaban los gatos, a los que despedía con un esperpéntico grito de ¡fuera!, ¿verdad, Barbeito? El rostro de don Antonio Garmendia se iluminó con sus voces como se le encendía el rostro cada día que se asomaba al balcón de su radio, nuestra radio, la de Carlos Herrera, que nos lo trajo a nuestras vidas y por la que ahora prendemos todos los fósforos, llamas de pena.  

Hay muertes que te hacen llorar después de no llorarle ya a la muerte. Se le prendió esa luz blanca que llevaba prendida en su cara. Era tanta su bondad que pudo ser Papa Noël. O El Abuelo de Garci. O el mío propio. Un hombre grande por su humanidad, de vasta cultura, de profundo verbo, de honda personalidad, de gorigori cachondo. Pocos disgustos lograron delatársele en las canas negras de su larga chiva. Antonio expiró y pidió que sonara música clásica para acompañarle en sus definitivos versos. Para su obra del pasado miércoles, don Antonio habría pedido a ‘controool’ el Réquiem “In Paradisum deducant angeli”, de Gabriel Fauré, que cuenta… “que los ángeles te conduzcan al paraíso. Que los mártires te reciban al llegar y te introduzcan en la Ciudad Santa, Jerusalén. Que el coro de los ángeles te reciba y con Lázaro, que en un tiempo fue pobre, puedas descansar eternamente”.
 
Le buscaremos, don Antonio. Seremos capaces de conseguir encontrarle en los hologramas de nuestros pasados, en rincones de observancia secuestrada de pequeñas Cruces de mayo que nos arrancaban lágrimas de inocencia. Los pequeños también sentirán la falta de su sabio que les observaba y por quien se venían arriba con las mejores chicotás. Le buscaremos, don Antonio, en sus libros. Le buscaremos, don Antonio, en las tabernas y le buscaremos, don Antonio, en las ondas y en sus versos. Le buscaremos siempre, don Antonio. Y abrazando a su esposa, Maribel, encontraremos su aroma. 

 

 


enviar a un amigo comentar
[Se publicará en la web]
facebook

Comentarios 1

01/05/2007 23:31:03 aurora
Traducir el artículo de 


Buscador de artículos
Título: 

En el texto del artículo

Texto de búsqueda: 


Administración
  Herrera en la red
  Herrera en imágenes
  Sitios que me gustan
 
©Carlos Herrera 2003, Todos los derechos reservados
Desarrollado y mantenido por minetgen, s.l.