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18 de marzo de 2007

Sábanas sin ley


Me sorprende que el Instituto de la Mujer ponga el grito en el cielo por un anuncio de Dolce & Gabbana y no haya dicho aún nada sobre el cine pornográfico. A mi me ha resultado inevitable asociar una cosa con la otra. Me explico y voy por partes. En primer lugar, la firma italiana publica un anuncio que el Observatorio de la Mujer define como un spot en el que se enseña una imagen “que incita a la violencia contra la mujer, ya que muestra a un hombre en actitud agresiva y de dominación, basada en la fuerza”. Y yo pregunto: ¿Que un hombre esté sobre una mujer agarrándola por las muñecas mientras se practica el sexo que vemos representado en el cine pornográfico y bajo las sábanas es un acto violento? ¿Es entonces el sexo un acto violento contra la mujer que hay que regular o censurar? Segundo: ¿Debe llegar la paridad al mundo publicitario y por consecuencia al pornográfico? Lo digo porque la fotografía de la polémica no refleja ni cumple con los preceptos legales, puesto que hay un 16’8 por ciento de mujeres frente al 82’2 de hombres en ella. Una para cinco o cinco para una. Si la ley de igualdad llega al cine porno se acabaría con la esencia de un sector, fundamentalmente dirigido a los hombres, sus principales consumidores, donde la dominación del hombre y el sometimiento de la mujer es su fuente de excitación.  Interesante sería que, tras una encuesta realizada entre mujeres, se rodaran películas pornográficas paritarias en todos los sentidos.

Analicemos otro punto que dicho Observatorio critica. Dice así: “El anuncio no sólo reduce a la mujer a un objeto sexual sino que de la imagen puede deducirse que es admisible la utilización de la fuerza para obtener el sometimiento, reforzada por la actitud pasiva y de complicidad de los otros cuatro hombres que observan la escena”. Aquí, el Instituto comete el grave error de “reducir a la modelo  a un ‘objeto’ sexual”, puesto que olvida su presencia, cuya contribución ayuda a entender el resto de la información. La modelo, por su postura y expresión del rostro, no comunica ningún tipo de resistencia, dolor o desaprobación. Sobre esta última definición es la que cualquiera acertaría para describir las escenas más comunes del cine pornográfico, donde el voyeurismo es un ingrediente común. 

En resumen: ¿Las películas pornográficas  incitan a la violencia contra las mujeres? ¿Deberían retirarse por ello de las televisiones a altas horas de la madrugada estas emisiones visibles sin censura, quedando, aún así, al alcance de cualquiera? ¿Hay similitudes, o  diferencias,  entre la fotografía de Dolce & Gabbana y una película pornográfica? ¿Dónde termina el arte y comienza la pornografía? ¿Qué pensarían sobre esto Renoir, Bacon, Dalí, Gauguin o Picasso, autores de numerosas obras de arte inspiradas en el sexo?

Son muy peligrosas estas denuncias, que pueden terminar calando en el algodón de nuestras sábanas sin ley.


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