¿Qué estará haciendo ahora mismo quien invente la vacuna contra el cáncer o ponga sus pies por primera vez en Marte? En verdad, no se sabe, pero español no será. Estas preguntas son parte de un anuncio que se emite por radio y televisión desde la temporada pasada. Con dicha campaña, se pretende estimular la ilusión de los jóvenes por el estudio y despertarles una sana ambición para lograr que el día de mañana su nivel académico sea superior y que España, en el futuro, consiga un buen lugar entre los países más avanzados. La respuesta pesimista a dichas preguntas es una presunción mía.
Resulta muy decepcionante que, otro año más, un informe de la OCDE nos alerte de que nuestro sistema educativo es uno de los peores del mundo desarrollado. España es el cuarto país de la OCDE con más fracaso escolar en Secundaria, dejando detrás apenas a Brasil, Turquía y México. En nuestro país, treinta y cuatro de cada cien alumnos abandonan sus estudios obligatorios y sólo el sesenta y seis por ciento logra el título de enseñaza secundaria superior.
En el informe, que lleva por título el Panorama de la educación 2006, otros indicadores delatan que España es de los países que menos dinero desembolsa por estudiante universitario y son los nuestros los que más cursos repiten, a pesar de ser los que más horas echan en las clases.
Que la educación no es una prioridad política para nuestros gobiernos, tanto nacional como autonómico (el fracaso escolar en Andalucía se ha disparado), queda, así, patente. Y la pregunta es: por qué. ¿Qué interés oculto se está urdiendo para no reforzar nuestro sistema educativo, para que los ciudadanos no sean cultos? ¿Por qué no se unifican los criterios académicos para que alcancen un nivel competitivo internacional?¿Por qué no se elevan los niveles de exigencia?¿Por qué no se incrementa la disciplina o se incentiva la sana autoridad del profesorado?¿Por qué el Gobierno pone tantas cortapisas para ambicionar en nuestra propia tierra una educación envidiable?¿Por qué los colegios de nuestro país no están en la lista de los mejores del mundo? ¿Qué cultura tendrán y dónde se habrán preparado los futuros gobernantes? Grave es también la actitud resignada y conformista de numerosos padres, que piensan que el prematuro fracaso académico de sus hijos se debe a su incapacidad intelectual y no a los serios defectos del diseño educativo. Padres que se justifican pensando que también los oficios son necesarios, como si acabáramos de salir de una guerra que hubiese dejado una España paupérrima y que sobrevive a base de chapuzas.
La repuesta que se da, en ésta campaña promocional, a qué estará haciendo hoy quien ponga por primera vez los pies en Marte es: “Estudiar”. Y replico yo: “Sí, en efecto, pero en el extranjero”.