Parece que fue ayer cuando, hace 25 años, el periodista almeriense José María Granado y el concejal de hacienda del partido popular en Almería Antonio Saez, plasmaron en la servilleta de la barra de un bar en la Plaza Vieja, la aventura de celebrar en ésta provincia los Juegos Mediterráneos.
Veinticinco años de una idea que se hizo realidad justo el 28 de abril de 1999, cuando se designó a la ciudad para este evento. Han sido seis años de duro trabajo en los que se ha invertido mucho en este acontecimiento que dará una nueva proyección a una provincia edificada en una agricultura cubierta bajo lonas interminables capaces de hacerse patentes a vista de satélite. La ciudad, que adormecía en su natural belleza, despierta y se prepara para glorificar el sentido de su nombre: espejo del Mediterráneo, Al-Miriyat Bayyana, como la bautizaron los árabes.
Faltan 5 días para que Almería demuestre su capacidad de organizar unos juegos de máximo nivel y proyectar la imagen de Andalucía y España a todo el Mundo. Por aquí pasarán durante diez días -del 24 de junio al 3 de julio- más de 4 mil deportistas procedentes de 21 países que competirán para alcanzar las 1.300 medallas que se otorgarán en 24 modalidades. El éxito deportivo está en la confianza de todos ya que las infraestructuras deportivas necesarias están cubiertas tras remozar y construir para la ocasión, 30 instalaciones deportivas en las que se han invertido 100 millones de euros: como obra principal, la gran estrella, el Estadio Mediterráneo.
Pero la preocupación es qué le quedará a Almería más allá de los Juegos. ¿En verdad la ciudad ha podido o ha recibido el apoyo necesario para acercarla de su famosa "lejanía"? A saber: no se ha desdoblado la N-340, tampoco se ha llevado a cabo un proyecto pendiente desde hace 20 años: el famoso soterramiento del ferrocarril, ni se han arreglado los ocho kilómetros de carretera que separan el aeropuerto del Estadio. Hoy es el día en el que es más barato viajar en avión de Almería a Londres -25 euros aproximadamente- que de Almería a Madrid por el que tienes que pagar 400 euros por un billete.
Faltan cinco días para que la voz de un almeriense, Carlos Herrera, la presencia talismán de sus majestades los Reyes, al son de La Fura dels Baus, descorran el visillo y dejen ver el nuevo, el auténtico reflejo que proyectará el espejo del Mediterráneo, y diez más para que se celebre una clausura al compás de Bisbal, Manolo Escobar, para la que ya no quedan entradas.
Esperemos que Almería pueda por fin alcanzar el sueño de estar cerca de todo y de todos, de que se convierta definitivamente en una tierra rica y pujante, de que como representa la mascota oficial, Indalete, se personifique una ciudad que sostiene un arco iris convirtiéndose en referencia pública y mediática en la gran cita del Mediterráneo 2005.
Mariló Montero
