Permítanme que presuma de un conocimiento empírico, adquirido durante años, sobre la conciliación de la vida familiar y laboral. En ese orden. Posiciono la “familia” por delante del “trabajo remunerado” puesto que en esta versión conciliadora se le dedican más horas y concentración a las tareas domésticas que a las profesionales, objeto de constantes renuncias. Con la versión a la inversa, conciliación laboral y familiar –la políticamente correcta- se está alimentando la tesis de que el empeño personal esté más enfocado al trabajo pagado que a los propios hijos. Es decir, que hay quienes renuncian a su crecimiento profesional en favor de la educación de sus hijos y quienes renuncian a su paternidad o maternidad en beneficio de su carrera. 

…Y dijo Tony Blair, con voz sabia, al anunciar, en el año 2000, que iba a cogerse una baja paternal para ayudar a su esposa tras el nacimiento de su cuarto hijo: “Cuidar a un bebé es mucho más duro y más difícil que cualquier otro trabajo”. Esta opción personal protagonizada por el primer ministro británico se convirtió en un ejemplo  político para avanzar en el camino hacia la verdadera igualdad entre hombres y mujeres, y también en la conciencia social. Temo que la esposa del presidente del Gobierno español, Sonsoles Espinosa, no se librará de algunas acusaciones por dejar durante meses a sus hijas “solas” en la Moncloa mientras ella recibe unos cursos de música en Francia. Pero no es ése el perfil del caso que me ocupa. Es la conciliación que Zapatero hará de su familia y su trabajo. ¿Qué versión tomará? ¿La conciliación familiar-laboral o la laboral-familiar? Serán sus  hijas quienes le pregunten con quién se quedan mientras mamá estudia en Francia. Y los ciudadanos, por quién atenderá a nuestro país durante su conciliación.
 
Nuestro presidente tiene una excelente oportunidad para ir más allá e igualarse a las mujeres que renuncian a su profesión en favor de sus hijos: la relegación en tu trabajo, que te desciendan de categoría, que reduzcan tus responsabilidades, vilipendien tus capacidades profesionales, te mareen de un puesto a otro en la empresa, te varíen los horarios y te obliguen a turnos laborales intempestivos mientras al final ves tu puesto, alcanzado durante muchos años de estudio y esfuerzo profesional, en manos de otra persona. Esa es la auténtica realidad de la conciliación familiar y laboral. Renunciar a tus ambiciones profesionales en favor de tus hijos.
 
…Y dijo Blair, con voz sabia, al anunciar su baja paternal: “Total, algún día dejaré de desempeñar mi trabajo de primer ministro, pero seguiré siendo padre”. Esa es la auténtica modernidad.