23 de abril de 2024
 
   
     
     
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El amor cotiza en bolsa


Hay quien opina que estamos en plena mutación genética, que la construcción de nuestra identidad está en peligro. Giovanni Sartori, profesor y gran experto en los problemas actuales en el debate político-cultural, fundamenta esta tesis y otras de mayor envergadura en un magnífico libro, “Homo Videns”, la sociedad teledirigida –“Taurus”-, en el que demuestra que la revolución multimedia está transformando al “homo sapiens” en “homo videns”.  Esto es, que las civilizaciones se desarrollan con la escritura y es el tránsito de la comunicación oral a la palabra escrita lo que desarrolla a una civilización. Por contra, la ruptura de esta evolución culta se origina con la llegada de la televisión y convierte al “hombre que lee” en “hombre que sólo ve”, lo que empobrece su capacidad de entender y argumentar.

Una encuesta realizada por Pew Internet and Amercian Life Project concluye que el tejido social se modifica por la red de redes, capaz de contactar al individuo con cualquier otra persona del mundo y complacer sus necesidades empresariales, médicas, culturales y personales. Con Internet se obtiene más libertad para escoger entre diferentes tipos de relaciones las que queremos, pero llevando al hombre al individualismo, ya que el tiempo pasado en la red afecta a nuestros lazos personales. Comprobado está que Internet juega un papel muy importante en la mitad de la población americana –es necesario realizar un estudio similar en España-,  que encuentra más ayuda entre los amigos internautas que entre sus íntimos. Como dato ejemplarizante, los picnics familiares han bajado un 60%, mientras que los juegos de naipes entre amigos han bajado a la mitad.

En Shanghai, el abogado He Xing, ayuda a los multimillonarios a encontrar esposa con anuncios publicitarios. China es una sociedad en transición, y en los últimos 20 años la gente básicamente ha intentado conseguir cosas materiales. Se genera así el individualismo colectivo y cientos de corazones solitarios.  Una preocupante forma de evolución, de transformación rápida de la sociedad china que a lo largo de muchos siglos practicaron los matrimonios concertados por la familia, lo cual dejaba poco margen para la idea occidental del romance.

En Holanda se ha puesto en práctica el nuevo concepto de entretenimiento: el llamado “Cuddle Party” (Fiesta del achuchón), donde los participantes pagan por dar y recibir afecto, que no sexo. Es la nueva moda practicada en Europa, importada del otro lado del océano, donde el puritanismo americano rechaza el más mínimo roce de una mano amiga. El invento consiste en reunirse en un local para acariciarse, abrazarse, mimarse, masajearse y dejarse querer durante una hora.

Hasta hace nada, todo se podía comprar con dinero, excepto el amor. Y éste, en el mercado actual, podría cotizar en bolsa. En verdad, nuestra genética está mutando, nuestra fuente cultural es la televisión, buscamos pareja en anuncios publicitarios, establecemos relaciones afectivas por internet y pagamos por recibir cariño. Vivimos en pleno desconcierto de la cultura, la amistad, el amor y el matrimonio. Esperemos, por el bien de la civilización, que sea pasajero.

 

 



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