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9 de agosto de 2005

«Discovery»: viaje a ninguna parte


Y sube... sube... sube... sube... Al maestro Jesús Hermida –según cuenta la leyenda– se le quedaron cortas las palabras cuando tuvo el histórico privilegio de poder retransmitir para España la ascensión a la Luna del primer cohete tripulado. Nunca he tenido la oportunidad de acceder a los archivos de Televisión Española para contrastar este extremo que alguien, quizá con alguna intención demonizadora, me contó hace muchos años. Yo lo dudo, siendo Hermida un comunicador que ha sabido relatar lo indescriptible, de traducir con magistrales palabras la incógnita de la mirada de un invitado parco en palabras, de crear en un plató de televisión la perfecta y más admirable comunicación. Hermida ha sido el más grande de la televisión, lo es y lo será. El caso es que esa noche en la que se hizo famoso, hace 36 años, esa noche en la que nadie durmió, el 20 de julio de 1969, millones de personas en todo el planeta presenciaron el acontecimiento del siglo: la llegada del hombre a la Luna.

No debe ser fácil, ni para los más grandes comunicadores, mantener un discurso sereno lleno de riqueza verbal y con profundo contenido cuando el fervor de aquel minuto irrepetible se te presenta ante los ojos teniendo un micrófono al que hablar. Algo similar le ocurrió a Walter Cronkite, el Hermida de EEUU, que durante mucho tiempo, sabiéndose el comentarista de la carrera lunar, estuvo buscando de manera concienzuda una frase que fijara en la historia su retransmisión. Cronkite la debió encontrar, pero, por el mismo hecho que desborda la conciencia y paraliza el habla al ver semejante evolución mundial, el periodista norteamericano sólo pudo pronunciar una frase que usamos, y mucho, en la actualidad. Neil Armstrong, el primer hombre en posar sus pies en la arena lunar, daba ese saltito desde la escalerilla hasta el suelo. El milagro del hombre se había hecho realidad. Fue cuando se desdibujaba la figura blanquecina del astronauta mientras tanteaba el suelo polvoriento y fino de la Luna y pronunció aquellas doce palabras que costó entender por culpa del deficiente sonido que llegaba a 250.000 kilómetros de distancia: "Un pequeño paso para el hombre, un salto gigante para la Humanidad". Entonces, Cronkite tomó su micrófono y espetó: "¡¡¡Quéee fueeerrrtee!!!".

Han pasado 36 años de algo "tan fuerte", y cinco días desde que "subiera, subiera y subiera" al espacio el transbordador Discovery con siete astronautas a bordo para realizar una misión de 12 días en la Estación Espacial Internacional. Pero, como dijo Hermida, estamos en el camino a ninguna parte, puesto que, salvo los 12 astronautas norteamericanos que han logrado pisar la Luna, nadie más ha hecho la carrera de la Luna, así como millones de personas hicieron la carrera de las Américas. De la Luna no surgieron nuevos pueblos y culturas, ni aventuras, ni fortunas épicas, ni relatos, ni poesías. Todo fue, en cierto modo, una ilusión interrumpida. El querido maestro, una vez más, delató su clarividencia al decir entonces que el pasado podía ser, algún día, prólogo.
 
Mariló Montero


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