Por fin llega la memoria histórica a TVE…! Oiga, amigo, ¿se refiere usted a los programas dedicados a las víctimas de un solo bando de la guerra civil parecidos a aquellos que nos echaban cuarenta años atrás, pero en sentido contrario? ¿Me habla de esos que van a dirigir expertos historiadores de la talla de un cuentista y un cantante?; ¿a qué se refiere, buen hombre?
Pues a qué me voy a referir: a la memoria teatral que hemos vivido los españoles de una determinada edad gracias a la televisión pública. ¡De qué memoria quiere que le hable! Anda que enseguida voy a empezar a sacar abuelos muertos y a desenterrar osarios. Ya se lo recordé a Rodríguez una vez de las muchas en las que sacó a pasear al suyo. Yo saqué el mío y en paz. Los dos, asesinados. De lo que le hablo es de otra cosa: recibo con alborozo la noticia de la recapitulación que esa casa va a realizar en homenaje a los grandes actores de la escena española que popularizaron grandes obras en televisión y que se hicieron extraordinariamente populares gracias a su monumental trabajo frente a las cámaras. Aquella televisión de la dictadura tenía esas paradojas: era el altavoz inconfundible de un régimen autoritario, pero, a la vez, emitía culebrones basados en obras de Dostoievsky. ¡Manda huevos! Recuerdo, entre la brumas de la niñez –allá mediados los sesenta–, los capítulos de obras de Dumas o de Dickens que se ofrecían a eso de las siete de la tarde, después de la merienda, y agradezco especialmente que fueran protagonizados por actores de envergadura semejante a Valentín Tornos, Pepe Martín, Pablo Sanz o José María Escuer. Que la televisión de aquel par de décadas se dedicara a popularizar las obras de Buero Vallejo, por ejemplo, ha sido motivo de más de una reflexión por parte de expertos y no expertos, que han concluido que la libertad es estupenda, pero suele estar acompañada por programas como los de hoy. Qué le vamos a hacer. Claro que a ver quién es el guapo que se arriesga, en una parrilla competitiva, a adaptar para televisión cualquier obra de Ibsen, como se hizo en su día. Verás el leñazo. Entonces, curiosamente, al no haber otra cosa, la vieron unos doce millones de españoles. Total, nada.
TVE prepara una serie dedicada a los grandes nombres que nos acompañaron durante un par de décadas y que son, hoy en día, nombres hechos para la mitología, de esos que de veras te enseñan a amar el teatro. Gente como Guerrero Zamora o el gran Pedro Amalio López, por citar sólo a dos, dieron lecciones primorosas y demostraron que se puede ver La vida es sueño –magnífico Escrivá– sin tener que bostezar, como algunos temen. Bódalo era tan grande como Merlo, la Gutiérrez Caba tanto como Puente, Rodero tanto como Luis Prendes, Fernando Delgado tanto como Manuel Dicenta, y Julia Caba Alba tanto como Mary Carrillo. Jóvenes generaciones que no han conocido los grandes dramáticos de televisión merecen saber qué clase de actores han sido ésos, merecen conocer la estatura ciclópea de Bódalo en la adaptación de Gustavo Pérez Puig de Doce hombres sin piedad, la majestuosidad de Dicenta en el impresionante Cardenal Cisneros que protagonizó, el dramatismo de Rodero en La muerte de un viajante o el perfecto histrionismo de Ibáñez Menta en El avaro, de Molière… Me resisto a pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor, pero comparados estos primeros cuatro ejemplos que me han venido a la cabeza según escribía con la calidad interpretativa de algunas series televisivas de hoy en día… pues no sé yo qué decir. Seguro que éstos son buenos actores, no me cabe duda, pero su trabajo luce como luce por lo que tienen que interpretar. Me gustaría ver a muchos de ellos con clásicos como los mentados porque no creo que lo hicieran mal, ni mucho menos. Incluso hoy en día aún pueden verse grandes actores de otra época televisiva en interpretaciones de series ligeras. Y lo bordan. Luis Varela, que me parece un descomunal actor, que realmente me entusiasma, que es de lo mejor que hay y que ha habido, hace grande la pequeña serie en la que interviene.
En la casa, en TVE, hay excelentes profesionales que saben hacer muy bien su trabajo. Estoy convencido de que van a hacer maravillas con este material. La idea es magnífica, y algunos estamos ya contando las horas que faltan para verlo. Se lo diré a mis hijos, que están prendados con una serie simpática y ocurrente, por si quieren completar las posibilidades de disfrute.