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13 de octubre de 2001

Me acuerdo de Pilar Miró


AMPLIARViene a mi memoria su fría calidez, su talento, su humanidad, su tozudez... La veo pelear en aquella soledad con la que envolvía sus gestos tan duros como tiernos. Me acuerdo mucho de ella. Me acuerdo del día en el que un fiscal sin vergüenza pidió doce años de cárcel -sí, sí, doce- para ella por haber colocado aquellos trapos de Loewe en la contabilidad que no correspondía. Recuerdo que algunos nos preguntábamos si es que no nos estábamos volviendo locos.

Hoy, tras algunos años, cuando leo que un estafador con buenos amigos en las instancias del poder tributario se gasta un millón de pesetas en un jersey, medio millón en una carterita y algunos cientos de miles en unas bragas o en unos calzoncillos, me acuerdo de nuevo de Pilar y me pregunto qué sentiría ella si estuviese viva. Ya sabemos que gastarse un millón de pesetas en un jersey -creo que de Hermés, empresa que vive muy bien gracias a la tontería de muchos- es, ante todo, una inmoralidad -con ese dinero comen dos familias durante un par de años-, pero independientemente de ello más sangrante resulta que esa compra se destine a obsequiar a alguno de los vociferantes acusadores de Pilar años atrás.

Las vueltas que da la vida. El mismo Luis Ramallo que otrora aullara en contra de la Directora General de RTVE a cuenta de aquellas prendas inocentes se ha convertido hoy en un desmemoriado receptáculo de regalitos y prebendas y en un socio colateral del cerebro de una agencia de ladrones. El mismo Luis Ramallo que desde su escaño reía sus propias gracias y sus constantes bravuconadas es hoy objeto de investigación parlamentaria por su, cuando menos, turbia actuación al frente de su cargo en la dichosa Comisión Nacional del Mercado de Valores. El mismo Luis Ramallo que presumía de amor incuantificable por su partido es el que hoy amenaza veladamente con tirar de la manta mientras el acomplejado núcleo dirigente del mismo -ellos sabrán por qué- no se atreve ni siquiera a expedientarle.

Puede que sean ironías de la vida. Tal vez paradojas. Sólo sé que hoy, querida e inolvidable Pilar, víctima de, entre otros, muchos tontos de tu partido, me acuerdo mucho de ti. Y tu figura se me sigue agrandando a medida que pasan los años.
 


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