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3 de mayo de 2002

Los Fachas


«El facha, el animal afascitado que vimos claramente en los previos del encuentro del miércoles y que eructó de gusto después de insultar a los vascos, a los catalanes, a los periodistas, a los negros, a la policía, vive feliz en esta sociedad en la que se le dan todo tipo de facilidades para desarrollarse»

Nunca han dejado de esta ahí. Pueden haber gritado más o menos, destrozado más o menos, apaleado más o menos, pero siempre han vivido a la vuelta de la esquina. Los veíamos el miércoles a las puertas del estadio de fútbol machacando a un negro que asaba por el lugar, pateando reporteros, destruyendo mobiliario, provocando policías, impunes, desafiantes, sabedores de su privilegio: no les pasará nada, nadie les reñirá siquiera, entrarán gratis al partido, la directiva les regalará entradas para el próximo, volverán a su casa, colgarán sus banderas  con aguiluchos y prepararán el siguiente baile. Los fachas. Violentos, delincuentes, chulos. Dan miedo: lo saben bien los vascos que ven, día a día, campar a sus fachas con pasamontaña y explosivo por la calles de la localidad, quemando autobuses, cajeros, locales públicos. Son fachas de izquierda alumbrados por el terrorismo de izquierdas y el nacionalismo de derechas, mezcla tal que resulta propia de sociedades de plazas y calles con «botellón» que se atreven a llamar la atención a la pandilla de cerdos que se reúne en un portal a beber, orinar y vomitar y que tienen que aguantar su chulería fascistoide y violenta. Lo saben los que habiten en lugares que hayan recibido la bendición de los antiglobalizadores y que hayan tenido que encogerse en sus guaridas ante un ejército de reaccionarios encantadores de arrasar un par de avenidas. ¿Qué hace que, con el paso de los días, crezca peligrosamente el número de jóvenes insuflados de comportamiento animal y fascista? ¿A qué se debe? Un delincuente atracador sabe que no irá a la cárcel, un «ocupa» sabe que no va a ser desalojado, un «ultra sur» sabe que entrará gratis al campo, un proeterra sabe que será homenajeado por los suyos  y los primos de los suyos…

¿Estamos alimentando irresponsablemente a la bestia que duerme en el interior de los hombres? Un piquete «informativo» que amenaza a quien opta por trabajar utiliza una técnica fascista, pero no puede decirse ello ya que con los sindicalistas topamos y nadie en España goza de más impunidad. Un propietario de bar que amenaza a los vecinos (Bar Boris, Los Remedios, Sevilla) por denunciar sus irregularidades, utiliza modos fascistas, pero ningún concejal se atreverá con él. Un grupo de estudiantes «revolucionarios» arrasa un rectorado y la autoridad pertinente lamenta que la acción de la Justicia recaiga sobre ellos. Cualquiera de los muchos grupos de vándalos que pintarrajean las paredes y portales de ciudades enteras utilizan el fascismo del desprecio, pero aún no ha sido reprendido ni un solo de ellos.
Los fachas campan a sus anchas. No hace falta irse a las calles de Bilbao ni escuchar las soflamas de Arzallus, ese perfecto clónico de Le Pen, para conocerlos de cerca. Basta mirar a nuestro alrededor: un ejército de niñatos peligroso, engreídos, chulos, maleducados, se comporta como un perfecto remedo del facha que creíamos trasnochado. El facha, el animal afascistado que vimos claramente en los previos del encuentro del miércoles y que eructó de gusto después de insultar a los vacos, a los catalanes, a los periodistas, a los negros, a la policía, vive feliz en esta sociedad en la que se le dan todo tipo de facilidades para desarrollarse. No tienen ni puta idea de nada, ni de los personajes a los que vitorean, ni de las consecuencias de lo que se deben, ni de lo que escriben en sus graffitis; son encefalogramas peligrosamente planos, peligrosamente manejables, pero ahí están, sin que hagamos nada práctico por evitar la proliferació


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Comentarios 1

12/04/2011 19:57:35 JOSE MARIA
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