El barrizal de la política española, que es cierto, tangible, viene dado por la maestría del socialismo español en remover odios

El género epistolar se está poniendo de moda en el sanchismo. Tras una primera carta a la ciudadanía en la que anunciaba los cinco días de retiro para alimentar sus expectativas de corazón enamorado, ha llegado ahora la carta a la militancia del PSOE con motivo de sus 145 años poblados de golpistas, chequistas, revolucionarios de moqueta, ladronzuelos con ínfulas y un paréntesis de reformistas estimables entre 1975 y 2000. Para quien crea que el paréntesis llegó en las elecciones de 2004 y permanece aún abierto, que sepan que esta época que vivimos está en perfecta consonancia con ese partido desde su creación: el paréntesis fue el felipismo, no exento de escándalos y miserias, sí, pero con un fondo de grandeza del que no ha gozado el PSOE en su vida.

Pero decía que Sánchez escribe a su militancia y vuelca en la carta los consabidos lugares comunes que maneja como sortilegio de la tribu: el fango, los bulos, las mentiras, el deterioro de la democracia y así. Reconozcámosle al menos su capacidad para el desahogo: el tipo más embustero que ha visto la política europea, el dueño de la patente de la máquina del fango, el creador y difusor de bulos, el manipulador efectista, el ocupador de instituciones… victimizándose hasta la afectación y atribuyendo a quienes son críticos con él todos los comportamientos que han hecho de su ejecutoria una vergüenza contemporánea.

Nada que sorprenda, una vez conocida la hechura y los componentes del personaje, salvo quizá la predisposición de muchos a creerle: los que han recibido la carta -y la han leído, que eso ya es mas difícil- pueden haber considerado que nuestra democracia está enferma por culpa de esta nebulosa de derecha y ultraderecha que amenaza con alterar la paz de las verdes praderas del socialismo, esas que riega 'papacito Sánchez' con su proverbial amor por la verdad y su lealtad inquebrantable a los principios de firmeza y creencia en sus proclamas.

Queridos socialistas: si Sánchez pudiera prohibir los bulos y las mentiras no podría ni hablar, ni dar los buenos días, ni escribir una sola carta a los gilipollenses. Todo en él es falso, desde su tesis doctoral -que no es que no la escribiera, es que ni siquiera se la ha leído-, hasta su amaneramiento de hombre enamorado que, supuestamente, se encierra en su cuarto a debatirse entre el sí y el no, entre un sacrificio en forma de permanencia u otro en forma de partida.

El barrizal de la política española, que es cierto, tangible, viene dado por la maestría del socialismo español en remover odios, promover revanchas, construir muros, ocupar insolentemente todos los recursos del Estado y empobrecer los discursos de la democracia con demagogias malolientes para hacer de los ciudadanos unos mantenidos dependientes sin iniciativa crítica. Eso sí que es un deterioro y no todo lo que fabula la cuadra de escribidores de Moncloa. El deterioro de la democracia a la que Sánchez hace referencia es él mismo. Deterioro eres tú, corazón.