En el PSOE no estaría de más que transmitieran la idea de que Sánchez, en realidad, no es Jack Nicholson en la película, aunque lo parezca
Es mucho mejor marcharse a Doñana a soltar pestes de la Junta de Andalucía a cuenta de los regadíos y las explotaciones agrarias que permanecer en el Congreso para sacar adelante la reforma del bodrio de la Banda de la Tarta, la 'ley del sí es sí', que confeccionó Podemos y bendijo el mismo Sánchez. Anteayer, cuando tocaba hablar de Marruecos, Sánchez se puso a hablar de vivienda, y ayer, que tocaba votar la rectificación de la dichosa ley en el Congreso, –gracias a los votos del PP–, Sánchez se subió al Falcon y evitó la foto con los populares, igual que evitó votar el día funesto en el que el Gobierno concedió cambiar el Código Penal a petición de sus socios delincuentes. Utilizó dos Falcon, no uno, para viajar a Doñana a dar lecciones de ecologismo y arremeter contra quienes le han salvado la reforma de la ley. El pajarraco es así y no lo vamos a cambiar por mucho que clamemos.
La imagen ayer, no obstante, resultaba reveladora: las dos ministras, Montero y Belarra, eran una síntesis tardía de las gemelas de 'El Resplandor', aquellas hermanas Grady que le decían al Danny, el niño del triciclo, «ven a jugar con nosotras». Sánchez se avino a jugar con ellas y el resultado está al alcance de todos: mil rebajas de condenas y un centenar de excarcelados que, a decir de una de las gemelas, Montero, lo han sido por culpa de unos jueces que no han aplicado bien la ley. Estaban solas, como las niñas al fondo del pasillo, sólo acompañadas por una Yolanda Díaz que venía de ejercer el postureo en Nacional Unidas, donde, desde hace años, se deja entrar a cualquiera.
Previamente, el miércoles, pudimos ver la imagen apoteósica del Gobierno manifestándose contra sí mismo a propósito de este asunto: la delegada del Gobierno para la Violencia de Género, Vicky Rosell, se manifestó con un centenar de personas ante el Ministerio de Justicia contra la rectificación de un texto que ha servido para lo que ya sabemos. Si cree que es un retroceso ¿por qué está aún en el Gobierno? ¿Por qué no se marcha? ¿Por qué no es cesada?
Quien le debería cesar, Sánchez visitó su palacio de vacaciones para afirmar que Doñana no se toca, después de que el PSOE se haya tirado tocándola casi cuarenta años en Andalucía. En tanto la ley era reformada, en el Congreso la cara de asco de todos los socialistas por haber salvado una situación indeseable de la mano de los populares era definitoria de la contrariedad que les supone tener que reconocer que con sus socios no se puede dar un paso medianamente homologable, y que si quieren transitar por la racionalidad han de obviar el concurso de quienes les han instalado en el poder. Para el PP resulta muy conveniente trasladar la imagen de que su trabajo consiste en arreglar los desvaríos del Gobierno. Para el PSOE no estaría de más que transmitieran la idea de que Sánchez, en realidad, no es Jack Nicholson, aunque lo parezca. Que lo parece.