La autocracia es una realidad y la protagoniza un chulángano blindado por excrecencias políticas y mediáticas

Con la complicidad de los enemigos declarados de España, el psicópata Sánchez puede seguir durmiendo en el colchón de Moncloa desde ayer tarde gracias a haber conseguido mayoría absoluta en el Congreso. Ha sido una tarde de felicidad plena para toda su bancada aunque haya tenido que sortear alguna de las reclamaciones de sus socios, todas ellas no contempladas por el ordenamiento jurídico español. La primera jornada se saldó con el aviso de Junts y el habitual roneo de Rufián, la marca amarilla del PSOE, pero en la segunda hubo de escuchar claramente como Bildu y el PNV le exigían cuestiones nada vaporosas como la plurinacionalidad y la bilateralidad, las cuales el candidato prometió estudiar y atender para encontrar las debidas soluciones –que no sé yo cuales pueden ser siendo como son absolutamente contrarias a la Constitución y a diferentes sentencias del TC–. Comienza una legislatura, por lo tanto, de recorrido incierto a tenor de lo vivido estos dos días: de la paciencia de quienes le han dado su voto y de los tejemanejes que sea capaz de urdir Gracita Pumpido dependerá que todo no salte por los aires y volvamos a la casilla de salida. No obstante, un tipo sin escrúpulos ni asomo alguno de moral podrá capear los temporales mediante decretos leyes y combatirá el desesperante deterioro de la convivencia que se adivina con la habitual maquinaria de propaganda de Moncloa, que tan buen eco, por cierto, encuentra en buena parte de sus votantes, los cuales siguen aborregadamente dispuestos a tragarse todas sus proclamas. Ese asunto de la convivencia es el que de manera más grave debería atraer nuestra atención: ¿puede sobrevivir –la convivencia– cuando el presidente de un país sube a la tribuna del Congreso a incendiar el debate político? Sánchez, con sus insidias, sus aparatosas mentiras y su desoladora falta de conciencia es la mayor amenaza que hoy existe para la vida en común: su frentismo irresponsable es la garantía para conseguir una polarización social jamás alcanzada en España desde los angustiosos años treinta del siglo pasado. La autocracia es una realidad y la protagoniza un chulángano, blindado por todas las excrecencias políticas y mediáticas del país, que viene a levantar un muro entre españoles. La evidencia está en la calle y también en los trabajos y en las familias.

Los dos días vividos en las Cortes nos anticipan la exhibición de disparates políticos y jurídicos que conoceremos a lo largo de esta legislatura, dure lo que dure. Y Paquita Armengol también nos anticipa el deterioro en el que ha devenido el cargo que ocupa: baste ver la diferencia entre Gregorio Peces- Barba y esta sujeta sectaria, torpe y cursi. La degradación que media entre uno y otro personaje, ambos socialistas, retrata la ruina que se ha instalado en el PSOE y que nos va a brindar a los ciudadanos de esta vieja Nación, abocada a sufrir los tirones de los separatistas hasta descuajeringarla, sin que quien debiera evitarlo haga otra cosa que trabajar para que esto se transforme en un bonito solar abandonado.