Estamos ante un escenario de corrupción de la peor especie: un intercambio de maletines donde uno recibe el poder y otros la impunidad
¡Oh! ¡Sorpresa! ¿Pues no va y dice la Generalidad que a los que no alcance la amnistía les alcanzará, por si acaso, un indulto del Gobierno? Es decir, dice la Generalidad que dice el Gobierno: voy a hacer lo imposible por amnistiar hasta el último de los tuyos, pero si por lo que fuera quedara alguno pendiente, tranquilo que lo indultamos. Sea galgo o sea podenco. Recaiga sobre él la acusación que sea.
Se acabó el Carnaval, caretas fuera: el acuerdo de Sánchez y Puigdemont está cerrado. Después de la trifulca de hace unos días –que acabó con el rechazo a la ley de amnistía– ya sabemos cómo se ha solucionado la discrepancia entre socialistas y golpistas. Ha pasado lo de siempre: Sánchez cediendo a todo lo que exige Puigdemont. La amnistía será total, integral, según la terminología independentista; también para delitos terroristas o de traición. Lo dijo Bolaños con claridad meridiana: la ley cubre a todas las personas que participaron en el proceso independentista, impunidad total que reclamaba Puigdemont y que va a conseguir. Solo hay que esperar a que los gallegos voten para que pase la operación disimulo.
Lo recalcó e insistió: todos. Es decir: además del golpe de Estado que dieron desde dentro de las instituciones catalanas, quedarán impunes todos los posibles delitos de terrorismo de los CDR y de alta traición por conspirar junto a Putin. Y los que no, tranquilos: habrá indulto.
Nos hemos acostumbrado tanto a los abusos que ya nos parecen normales, pero deténganse un momento a pensar en lo que esto supone: pasamos de un Estado de derecho que aplica las leyes y frena a quienes se las saltan… a un Estado de Interés Sanchista en el que se anulan o cambian leyes para adaptarlas a las exigencias de los delincuentes, quienes a cambio de regalarle la Presidencia a un perdedor consiguen también el derecho a reincidir sin cortapisas. Y todo ello con la Justicia clamando y Europa exigiendo que, lejos de enterrarse el 'procés', se investigue hasta sus últimas consecuencias. Estamos ante un escenario de corrupción de la peor especie: un intercambio de maletines, en un callejón a oscuras, donde uno recibe el poder y otros la impunidad. Visto lo visto, se entiende mejor el bulo de que Feijóo quería hacer lo mismo que Sánchez: se trataba de engrasar el camino para clavarnos la Amnistía Total y que pareciera un accidente.
Tengo mis dudas acerca de que confesarlo antes de las elecciones gallegas del próximo domingo pueda ser un error de cálculo. No parece muy probable que a los gallegos les pueda hacer mucha ilusión sumarse a la Alianza del Mal que, gracias a Sánchez, hay entre el separatismo catalán y el vasco, pero tampoco parece que este asunto pueda motivar el voto de muchos. Es cierto que si en Galicia gobierna el BNG, que va con Bildu a las elecciones europeas, ya pueden hacerse una idea de lo que eso significa: otra comunidad más en manos de Bildu, ERC y Junts. Los gallegos decidirán.