Le queda la esperanza, de momento, que la Fiscalía que depende de Sánchez se ponga a las órdenes del señorito

Desconozco si Tomás Díaz Ayuso, hermano de la presidenta de la Comunidad de Madrid, ha sopesado la posibilidad de querellarse a cuenta de las palabras de Sánchez de hace un par de días. Yo no tendría dudas, pero cada uno es cada cual. El presidente del Gobierno, preguntado por el caso Koldo, calumnió sin disimulos al profesional del comercio sanitario que intermedió en la compra de mascarillas en aquél tiempo en el que todo parecía imposible y en el que las urgencias crecían en las manos cada amanecer. Las correspondientes fiscalías aseguraron que no concurrían indicios de ningún tipo para atribuir la comisión de un delito, con lo cual aquí paz y allá gloria. Sin embargo nuestro ciclón pedrista aseguró que lo de Ayuso no fue ni investigado ni recriminado; lo hizo como mecanismo de defensa cuando se le preguntó por los manejos de Koldo y de su mentor Ábalos y, al hacerlo, pudo incurrir en dos motivos querellables; injuria y calumnia. La primera lesiona la dignidad de la persona y la segunda atribuye un directamente un delito. Más allá de las consecuencias que pudiera acarrear esa acusación y que pudiera suponerle, al menos, algún contratiempo judicial, resulta del todo inaudito que un presidente de un gobierno, aunque sea este sujeto ya incalificable, se dedique a calumniar a un particular desde una de sus habituales tribunas públicas.

Sánchez sabe que este caso le va a costar más de un arañazo. Sabe que tiene un problema con los agricultores, con los fiscales del Supremo, que han señalado a su socio Puigdemont como merecedor de una investigación por motivos de terrorismo, con la reprobación del Senado a su ministro Marlaska por abandonar a la Guardia Civil en su lucha contra el narco, con la Audiencia Nacional que ha desmontado la pretensión de Suiza de torpedear la investigación judicial de Marta Rovira y Tsunami Democràtic, con su relación marroquí inexplicada… y ahora con una parte de la selección nacional de golfos que actuaron con prepotencia y chulería cuando creían que todo resultaba impune. Todo lo que rodea este asunto resulta muy difícil de justificar, ni siquiera por el célebre Equipo Nacional de Felación Sincronizada: la sociedad utilizada podía ser objeto de polémica periodística, pero ahora es objeto de investigación desarrollada durante meses por la fiscalía, la cual señala directamente al 'aizkolari socialista' que tantos servicios ha realizado a su ministro –incluidas las amenazas al alcalde de León– como al entonces candidato Sánchez a la secretaría general de su partido. Entiendo perfectamente su cara desencajada, de la misma manera que entendería la querella que pudiera interponer el hermano de la señora Díaz Ayuso.

A Koldo le queda la esperanza, de momento, que la Fiscalía que depende de Sánchez se ponga a las órdenes del señorito, tal y como ha hecho la teniente del fiscal general. De no ser así, a toda la banda le conviene afiliarse a Junts per Catalunya y confiar en que la aministía les incluya. Mientras, solo cabe citar al clásico: Koldo, sé fuerte.