ABC |
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7 de febrero de 2024 | ||
¿Y usted a qué viene aquí? |
«Felizmente no tengo ninguna necesidad de acudir al calor de la Federación para absolutamente nada. Eso no sé si es una ventaja o un inconveniente, pero es la realidad» ¿Qué necesidad tiene usted de meterse en ese lío? Es la pregunta más recurrente que recibo en estos últimos meses desde que comencé a sugerir mi candidatura a la presidencia de la RFEF. Ciertamente ninguna, suelo responder. Y es así: felizmente no tengo ninguna necesidad de acudir al calor de la Federación de Fútbol para absolutamente nada. Eso no sé si es una ventaja o un inconveniente, pero es la realidad. Cuando comencé a postularme para el cargo que aspiro a alcanzar, tal vez por lo anteriormente descrito, reinó la incredulidad: ¿qué hace un periodista como tú en un lugar como ese? Comprendo las dudas y hasta las chanzas, ya que no suele ser habitual: el endogámico mundo del fútbol suele autoalimentarse y resulta extraño la osadía de acudir desde el exterior; lo cual, según se mire, también es una ventaja o un inconveniente. Precisamente a lo largo de estos días estoy pretendiendo responder a esa pregunta. Aspiro a presidir el fútbol español respondiendo a la pasión que ha despertado en mi, tanto el deporte, como el deseo de renovar el ámbito de desenvolvimiento del mejor estandarte de la Marca España. Desde la serenidad, sin aspavientos, sin complejo de elefante en tienda de cacharros, sin ruidos innecesarios, sin mangueras a presión, sin vocinglerío justiciero, sin sospechar por sistema de cualquier tiempo pasado… pretendo despertar un gigante, como señalé hace poco, que está adormilado por el aturdimiento que crean situaciones indebidas y parálisis orgánicas. El fútbol español es demasiado bueno y demasiado importante como para arrastrar una imagen embarullada y espesa, inadecuada y turbia, enlentecida y autocompasiva. Evidentemente ni yo ni nadie tiene la varita mágica que con espolvoreo instantáneo devuelva el brillo y el esplendor a una administración que hace tiempo adolece de perfiles borrosos en permanente sospecha. Pero nada se pierde por intentarlo si además se viene desde el mundo civil sin haberse intoxicado por las costumbres inherentes a las intrínsecamente federativas. Vengo a proponer gramos de sensatez y claridad, con supervisión jurídica, de cada uno de los trámites de una empresa que mueve mucho dinero, mucha responsabilidad en la divulgación de la práctica del deporte y muchas legítimas ambiciones de millones de aficionados. Y vengo, por supuesto, acompañado de hombres y mujeres bragados en la primera fila de diversos ámbitos de gestión, todos con el ánimo de hacer del fútbol español un escaparate de limpieza y eficacia, lo cual no es sólo que nuestras selecciones se coronen campeonas de todo, sino que en cada barrio los chicos y chicas que quieran desarrollen la práctica de un deporte que les enseñará a ser mejores personas. Para ello hay que tomar no pocas decisiones y directivas en coordinación con las Federaciones Territoriales, a las que habrá que añadir reformas relacionadas con los diversos campeonatos que, por falta de espacio, renuncio a describir al detalle, pero que tienen que ver con árbitros, jugadores, Supercopa, el VAR, la Copa del Rey y otros más que iré puntualizando a medida que se acerquen las elecciones y siempre que ustedes tengan la paciencia de escucharlas o leerlas. Estas letras que amablemente el director de ABC me ha invitado a escribir en las páginas que habitualmente me acogen, pretendo sirvan de tarjeta de visita: no se trata de un extraterrestre que viene a dejar polvo de estrellas en el recibidor, sino de un español en estado de servicio, lleno de ímpetu renovador y que apuesta por un proceso limpio que desemboque en lo mejor para todos. Gane uno o gane otro. |
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