Europa pone bajo la lupa a Sánchez y se le pone al susodicho cara de atragantamiento

«Qué profunda emoción, recordar el ayer, cuando todo en Venecia me hablaba de ti». Venecia viene a verte y tú te vas a Mauritania. «Qué callada quietud» en todos tus esbirros, buscando agujeros donde meterse, como Fernando Galindo (un admirador, etc.), letrado mayor que se ha hecho repentinamente menor y se ha encerrado en el baño del Congreso para que no den con él. Y es a él a quien deberían ver ya que su informe fue decisivo para que la 'ley de Impunidad Judicial' saliera adelante, o saliera a trámite, hasta donde llegó. «Qué tristeza sin fin», reunión con Gracita Bolaños en la que, como era previsible, el ministro empezó a soltar mentiras desde el buenos días: el mismo rollo consabido que reparten a diario entre los miembros del orfeón sanchista de los medios, que si la ley de amnistía es plenamente constitucional y ajustadísima a la ley europea, que si a lo que se aspira es a abrir una etapa de concordia y blablablá. «Qué distinta Venecia» frecuentando por la mañana al ministro y a la Comisión de Justicia (Fernando seguía en el water, el letrado en la letrina) y por la tarde con jueces y Senado. Y a lo largo de hoy la Fiscalía, que dirá lo contrario que le dirán los de la tarde a los venecianos.

A éstos no crean que les preocupa en exceso la suerte personal de los que dieron un golpe a la Constitución, o que un Gobierno amnistíe a quien desafió las normas internas de un país; lo que quieren saber es el alcance de una amnistía a delitos de terrorismo, qué grado de terrorismo, o mejor, qué entiende por terrorismo la legislación española y cuáles son los planes del Gobierno, si redefinirlo o perdonarlo sin más. Todo eso, de despacho en despacho, monitorizados por miembros del Ejecutivo del PSOE y Sumar. Con todo, «ante mi soledad, en el atardecer, tu lejano recuerdo me viene a buscar»: la Eurocámara incluye una mención a Puigdemont en condena a la injerencia rusa, lo cual es un añadido al trabajo de quienes elaborarán un informe no vinculante sobre la situación en España. Los socialistas de la Eurocámara intentaron que no se nombrara a su socio en la resolución final, pero no lo consiguieron. La UE comienza a comprender que se juegan algo muy serio con el independentismo catalán y proceden a una investigación de la que cada día hay más evidencias. Hasta dónde llegará toda esa investigación es un misterio, al igual que el dictamen de los venecianos sobre las intenciones, perversas o no, de la ley de amnistía. Pero que vengan a España unos magistrados a investigar los tejemanejes del Gobierno del país supone, de entrada, una suerte de humillación que hace comprensible encerrarse en el retrete.

Europa pone bajo la lupa a Sánchez y se le pone al susodicho cara de atragantamiento: algo se inventará, pero de momento note por dentro el picor de la inquietud. «Como sufro al pensar, que en Venecia murió…».