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4 de junio de 2021

El dedo tieso


Espadas no se mojará con los indultos, no le interesa, silbará y dará malas excusas. Le deja todo el campo a Susana

El 13 de junio asistiremos a un interesante experimento en la federación andaluza del PSOE: se celebrará la primera vuelta -puede que única- de las primarias para elegir líder. Hay tres candidatos, pero son dos los que apuntan maneras: Susana Díaz y Juan Espadas. Hasta hace poco la campaña de ambos venía siendo, digamos, algo anodina, muy de manual, con mensajes bastante genéricos y con cuidado de no pisar charcos que tuvieran oculto algún cable eléctrico. La fecha se acerca y los dos saben que van a tener que mojarse en alguno de los temas que le escuecen al socialismo patrio. Susana ha ido a lo clásico y ha acusado a su partido nada menos que de machismo, ya que le cuestionan liderar su formación por haber sido descabalgada del poder -aún así resultó la más votada-, cosa que no ha ocurrido en otros casos cuando el líder ha sido un hombre. Más parece un gesto de brocha gorda destinado a defenderse con la acusación más de moda, más manida, que otra cosa. Ella sabe cuál es el argumento final que hasta ahora no se ha atrevido a manejar y que su contrincante evita a toda costa: los socios y amigos de Sánchez y los inevitables indultos que el gobierno tiene ya en el horno. Susana puede pensar que parte de la militancia tiene muy presente su cambio de criterio de hace poco tiempo, ese que le hizo pasar de ser una activa opositora del ahora presidente a una arrepentida confesa y rendida admiradora de las cuatro ideas -malas, además- que maneja su antiguo adversario. Ya saben, tú Pedro tenías razón, yo estaba equivocada. Si ahora Susana exhibe su crítica a las malas compañías del Psoe, independentistas, proetarras, comunistas y demás escoria, alguien puede recordarle su reciente cambio de criterio. ¿En qué quedamos?, podrán decirle. Eso la tiene maniatada.

Pero un nuevo elemento ha entrado en juego: los indultos. Eso no estaba en el guión antiguo y toda la afición está esperando a que diga una sola palabra sobre algo que habría provocado su desazón un tiempo atrás, pero que ahora no es más que un incómodo asunto por el que sobrevolar. Si aspira a remover el fondo de la olla de los votos tiene que jugar, siquiera un poco, a lo que dio el triunfo en su día a su antiguo oponente: a luchar contra el sistema. Y ahora mismo el sistema es Espadas, aupado por el sanchismo y mimado por el gobierno -nunca habían llegado tantas cosas de golpe para el Ayuntamiento de Sevilla-, aunque él haga esfuerzos titánicos por desprenderse de esa marca. Espadas no se mojará con los indultos, no le interesa, silbará y dará malas excusas. Le deja todo el campo a Susana. La única duda es si ella se atreve a jugar esa carta. Si lo hace, el resultado no está tan claro: puede llevarse Sánchez un disgusto, ahora que le salen tan bien las cosas. (Mira cómo se me pone el dedo de tieso -homenaje al Maestro Antonio Burgos, que tiene el ‘copyright’-).


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