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14 de mayo de 2021

El puritarismo cuqui


Me ha enternecido escuchar de nuevo, esta vez de mano de la izquierda (las vueltas que da la vida), la vieja y entrañable prédica de la libertad y el libertinaje: ha sido como rejuvenecer

Los ciudadanos de Madrid, votantes de Ayuso o de cualquiera de los demás, tendrán razones sobradas para el hartazgo político. Más de uno acabará pidiendo que les dejen en paz, que les dejen trabajar, buscarse la vida, salir de los agujeros, criar a sus hijos, cuidar a sus padres, comer berberechos, ir a los toros o leer a Bakunin en reposo. Los dos años que restan para abrir de nuevo las urnas estarán llenos de accidentes merced a la orden dada por Pedrito Calamidad: sin piedad, sin consideración, hay que abrasar la Comunidad. Lo expresó con claridad cuando anunció que el PSOE iba a ganar las elecciones. Lo anunció, no lo expresó como un deseo. Tras ese fraseo, que era la orden de estampida, salieron a la palestra las tres gracias más dispuestas en ese momento para la exhibición intelectual de altura.

La ministra de Exteriores volvió con la matraca de las tabernas y los toros (no hay manera de que aprendan), culpando a una región de España nada menos que de la prevención del Gobierno británico para dar salida hacia nuestro país de los millones de turistas que se acercan cada año. Cosa que refrendó la titular de Turismo, Reyes Maroto, la del club de navajas. El mismo argumento les sirve para censurar que vengan franceses como para culpar de que no vengan británicos. Son así. Las dos individuas en cuestión saben incluso mejor que los demás que el Gobierno británico aconseja desplazarse o no a los lugares en función del número de vacunados, y España no muestra grandes cifras; progresa y las alcanzará, pero de momento no lo suficiente, y en ese asunto Ayuso no tiene nada que ver. Además, a los británicos donde les gusta ir en verano es a la costa, no a tostarse en la Gran Vía. El Reino Unido así lo ha reconocido en un comunicado de ayer a medio día: Madrid y su Gobierno no tienen nada que ver.

Al poco, se sumó al coro de ‘groupies’ la nueva delegada del Gobierno en Madrid, que mostró el camino de aquí a las elecciones: otra vez tabernas y cervezas acompañadas esta vez de puritanismo cuqui. Reconozco que me ha enternecido escuchar de nuevo, esta vez de mano de la izquierda (las vueltas que da la vida), la vieja y entrañable prédica de la libertad y el libertinaje: ha sido como rejuvenecer por un instante, escuchar la voz de mis mayores con aquello de «se os da la mano y os tomáis el brazo», y así. Anuncia la, tal vez, futura candidata a la presidencia de la Comunidad un camino preñado de brotes sectarios, día a día. Son ganas de volver al lugar donde te dieron una paliza, y donde te estás ganando a pulso la segunda.

Por demás. El Constitucional sentencia que la jugada de Sánchez para meter a Sansón Iglesias en el CNI era nula e inconstitucional, ya que no concurrían los requisitos para utilizar directamente un decreto ley. Hay meses que no merece la pena levantarse.


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