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24 de diciembre de 2021

¿Derogación de la reforma?


Habrá acuerdo, o lo hay ya, pero no ha existido esa derogación

La campana literal del fin de año salvará a Sánchez del papelón conflictivo de no ver aprobado un retoque laboral conveniente y, por lo tanto, de no ver caer del cielo los once mil millones y pico que Bruselas solo entrega a cambio de reformas razonables y no de aventuras revolucionarias. Conviene ser conciso en la terminología: lo que aprobará el Consejo de Cantamañanas en Moncloa no es una derogación de la reforma del gobierno de Rajoy: es un retoque. Más o menos acertado, pero un retoque. Lo que ocurre, y ocurrirá, es que va a comenzar la batalla por la propaganda engrasando la Máquina De Poner Nombre A Las Cosas para que las éstas parezcan lo que no son. Es una máquina efectiva porque en España hay una buena cantidad de lelos que tragan con lo que quieran meterles por la garganta, sea en forma gaseosa o sólida, y a los que no están dispuestos a deglutir siempre se les podrá llamar fascistas, obstruccionistas o nostálgicos de Licinio de la Fuente.

La derogación de la Reforma Laboral, concepto icónico que la extrema izquierda y la izquierda extrema -que cada vez se parecen más- han manejado hasta la náusea como uno de los palacios de invierno a los que asaltar, no va a ser tal. Modela este retoque, es cierto, dos asuntos puntuales como son la ultraactividad y la temporalidad, pero en una medida muy distinta a la que, de forma preventiva, habían convertido en un asunto capital: falta por conocer la literalidad del texto, o al menos no me ha dado tiempo a leerlo, con la que se corrige la reforma que en su día capitaneó Fátima Báñez, pero no será la destrucción masiva que anunciaban los clarines del régimen y con la que se pavoneaban los zánganos sindicales y los revolucionarios de salón que alcanzaron puestos de reparto en el Gobierno de España. Habrá acuerdo, o lo hay ya, pero no ha existido esa derogación que solo era real en las mentes fantasiosas de los yolandos y las pedretes. La Reforma que permitió crear ingentes cantidades de puestos de trabajo en la década maldita que acabó a las puertas de la pandemia, no podía ser derogada por varias razones: ya estaba retocada por determinadas sentencias y, por otra parte, no se deroga una serie de medidas sin tener previstas normas sustitutorias que abarquen los diferentes ámbitos de relación entre empresas y trabajadores. La reforma fue efectiva y ni siquiera a mentes obtusas como las que gobiernan España se les ocurre jugar con fuego y desafiar a Bruselas en pleno desmorone de la actividad económica.

El triunfalismo gubernamental será, por supuesto, mentira, pero a estas alturas se me antoja incluso conveniente dejarles disfrutar de su palabrería infantil mientras los demás nos dedicamos a trabajar y a sacar esto adelante, con mascarilla o sin mascarilla, con restricciones o sin ellas, sorteando las ocurrencias de esta cuadrilla de inútiles y organizándonos paralelamente a la incompetencia y al adanismo de semejante panda de mamertos. ¿Derogación de la Reforma? Lo que tú quieras corazón.


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