Subir impuestos e intervenir mercados suele tener consecuencias dramáticas, cosa que parecen no haber aprendido estos irresponsables
Habemus anteproyecto de Presupuestos, que es lo que quería Sánchez para llegar a su Congreso del Psoe en Valencia. Para ello ha cedido en lo que le han pedido: bonos varios, ley de vivienda y aumento de impuesto a unas cuantas sociedades. Y si Podemos le hubiera pedido ilegalizar los toros, por ejemplo, habría incluido al menos la intención. ¡Pues no está dispuesto a prohibir el uso de animales en las romerías! (A ver si hay lo que hay que tener para prohibir los bueyes en las carretas del Rocío).
Se dispone a comprar el voto joven de los recién llegados a la mayoría de edad, cosa habitual del socialismo: hacer regalos en beneficio propio con el dinero de los demás. Que no decaiga el tradicional paternalismo de la izquierda: yo te doy una paguita y tu me votas; así nunca te faltará lo mínimo para comer. Estudiará imponer la semana laboral de cuatro días -propuesta de sus Juventudes- sin que suponga, por supuesto, una merma en los sueldos; lo que implica que las empresas, para conseguir la misma productividad, deban contratar a más trabajadores, aunque sus cuentas no se lo permitan, con lo que se quedarán sin trabajo todos, los rebajados y los no contratados. Y luego está el petardo de la ley de Vivienda.
La semana pasada, la parte socialista del Gobierno descartaba la aprobación de esa ley (que no le gustaba ni a Ábalos), pero Sánchez les sorprendió a todos concediendo ese regalo a la parte podemita. Lo que diga Yolanda, aunque los dos sepamos que es solo propaganda. Subir impuestos e intervenir mercados suele tener consecuencias dramáticas, cosa que parecen no haber aprendido estos irresponsables: el problema de la vivienda se circunscribe a la cantidad y calidad de la oferta. Los alquileres se arreglan aumentando el número de viviendas en alquiler, la mayoría en manos de pequeños propietarios individuales, dándoles seguridad y no convirtiéndolos en malvados usureros. Si un gobierno dedica su tiempo a proteger a okupas y morosos, la propiedad se lo piensa. Las socimis, sociedades de inversión de pequeños ahorradores que no quieren sufrir en bolsa y que aspiran a ganar algo más de lo que ofrecen los depósitos bancarios, no son ‘fondos buitres’ y controlan, como mucho, un 1,5% del mercado de alquiler. Culpabilizándoles no se arregla nada, más allá de contentar demagógicamente a unos cuantos indocumentados. Por otra parte, subvencionar al joven que quiere alquilar suele ser un regalo para los arrendadores, no tanto para los arrendatarios. La experiencia en varias ciudades ha demostrado que regular los precios no hace sino empeorar la calidad de la oferta y favorecer la escasez.
Esa ley, anecdótica en los Presupuestos, no se aplicará en ninguna parte, pero eso no les importa a sus impulsores. Es un simple anuncio para presumir ante sus fanáticos: uno da lo que no se aplicará y el otro presume de haber obligado al primero a entregarse al intervencionismo de extrema izquierda. Los dos tan felices. Y los demás a joderse.