Yo de Juan Carlos los enviaba al carajo y me quedaba tan a gusto. Anda y que os ondulen
Un país en el que no se invita al 40 aniversario de su Constitución (la que más progreso ha supuesto para toda la ciudadanía) al Jefe del Estado que la impulsó, promovió y sancionó es un país poco elegante y raro. O lleno de gente muy inelegante y algo mezquina. No se trata de hacerle continuos rendez-vous o ceremonias a lo Bokassa; simplemente se trata de tenerle en cuenta en algún momento de las doscientas chorradas que se le hayan ocurrido a los programadores de los actos. Al parecer, Juan Carlos I no estuvo ahí; invitarán hasta el que barría la sala de reuniones, pero a quien apostó por la democracia y manejó la barca en tiempo de tormentas no. Yo de Juan Carlos los enviaba al carajo y me quedaba tan a gusto. Anda y que os ondulen.
Más cosas raras de este país tan raro, o en manos de gente tan rara. Un contrastado racista como el tal Torra, sube a las tablas de su teatro para soltar un ladrillo de discurso y recortar la respiración a sus hooligans, cosa que ni siquiera consigue, mientras amenaza con colapsar las calles, con volver a proclamar la Republiqueta y con abrir las cárceles si condenan a sus compañeros de cordada (¿a que no hay huevos?): paradójicamente no recibe del gobierno de Tancredos que ocupa la Moncloa la más mínima objeción, como si no hubiesen oído nada, como si no quisiesen darse por enterados. Un año atrás, los que hoy están en prisión instrumentalizaron un golpe (o autogolpe) que ha sumido a ese territorio en la evolución evidente hacia todo tipo de ruinas, sociales, políticas, personales, económicas; la sociedad está quebrada, el prestigio que un día tuvo brilla por su ausencia, el Parlamento lo mantienen cerrado para que nadie les conteste y los espacios públicos y privados lucen estupideces amarillas que ¡ay si las tocas!, aunque sea la que cuelga de la puerta de tu negocio (¿de veras se cree Marlaska el cuento ese de que los Mossos van a colaborar en mantener inmaculada Cataluña de la peste amarilla?). Y los causantes de tanta barbaridad siguen gozando de un apoyo popular que vaya usted a saber si algún día es mayoritario. No me lo imagino en Francia o Alemania.
Y una rareza que igual no es tal, así se compare con las democracias que rodean el país, es que los partidos políticos convoquen a las urnas en función de sus intereses electorales y no de los intereses de los ciudadanos. Puede que en más lugares ocurra, pero no es común que se dé de forma tan descarada como puede producirse en Andalucía y que, además, gane las elecciones quien así obra, al revés de lo que les pasa a muchos que adelantan para ganar y se llevan unos jardazos de órdago... La síntesis más acertada la ha emitido Teresa Rodríguez, de Podemos, afirmando que el numerito que han montado PSOE y Ciudadanos es propio de «Pimpinela». A Susana Díaz le interesa que las elecciones no coincidan con la sentencia de los ERE falsos y a los de Rivera que no se asiente el PP. Mostrando una sorpresa mayúscula por no haber visto ultimados planes pactados por los dos, se han vuelto, de repente, exquisitos con la ejecución de los acuerdos y teatralizando que no van a pasar ni una más le van a retirar el apoyo al gobierno socialista para que puedan decir que no tienen más remedio que adelantar elecciones. Un servicio más que Cs le hace al PSOE andaluz. Y lo sorprendente será, como les digo, que ese descaro, esa sinvergonzonería, ese desprecio a los intereses de los andaluces no van a ser purgados por unos y otros en las urnas. Rarezas varias de España.