Menudo entretenimiento nos espera con el gobierno del fenómeno Rodríguez. Acabaremos sin poder dar abasto: que si confunden lo de las “actuaciones” como sinónimo de “viviendas”, que si insisten en lo de la rebaja del IVA que ya se discutió en el seno europeo hace meses y fue rechazado por la mayoría (eso sí: a pesar de que Carmen Calvo diga alguna que otra bobada relamida, estén tranquilos, no lo hará mal), que si meten la pata en la primera negociación de agricultura con la que se topan, que si renuncian a la firma del nuevo andamio europeo para que se realice en Roma en lugar de Madrid, que si la contradicción entre lo liberal y lo encorsetado llega a su cenit a cuenta de la normativa del simpático Montilla sobre horarios comerciales, que si esto, que si lo otro…
El gabinete sorpresa de los socialistas va a brindar, en total, unos primeros cien días memorables e imprescindibles en el balance general de los gobiernos españoles desde la transición. Gracias en nombre de los comentaristas políticos españoles: a ese sector le va a ir de perlas tener sobre la mesa, a diario, un argumento nuevo sobre el que teorizar y explayarse, bien con mala leche, bien con maestría de obrador pastelero. Al país no sé cómo le irá, pero lo que se dice a los exegetas de lo político, a esos de maravilla.
La última de las sugerencias filtradas desde el interior --supongo que con la idea de sondear a la opinión pública-- hace referencia a la posibilidad de que el Ministerio de Hacienda incluya una casilla en la declaración de renta al objeto de financiar la religión islámica en España.
Ignoro si la lumbrera que ha pergeñado esa broma es la nueva y flamante Directora General de Asuntos Religiosos o si la chispa le viene de más arriba --con estos del talante todo es posible--, pero habría que tomarse en serio la posibilidad de que a alguien se le haya ido la cabeza en los primeros compases de la legislatura y se descarte que enloquezcan bien entrado el tercer o cuarto año de gobierno, lo que nos dejaría ante la evidencia de que ya llegaron con la cabeza mal. Se me ocurren varias cosas: que, siendo así, se encargue personalmente Moratinos de visitar a los países en los que el Islam es mayoritario y absoluto y solicite elemental reciprocidad, es decir, que destinen una cantidad de sus fondos públicos a la creación de iglesias católicas en su territorio, cosa que estará a su alcance dada su conocida influencia en ámbitos islámicos.
Otra: que se llame uno a uno a los líderes espirituales de los diferentes sectores religiosos que interpretan el Corán y se les obligue a organizarse con el fin de librarle la cantidad a uno solo y que luego ellos lo administren, incluído, por supuesto, el Imán de Fuengirola. Otra más: que se haga un esfuerzo final por convertirse en patrocinador de todos los credos, por minoritarios que sean, y se creen las correspondientes casillas para financiar a los budistas, a los judíos, a los Hare Krisna y a la larga y complicada legión de iglesias evangelistas, protestantes y demás, incluida la secta a la que pertenece la magistrada Ruth Alonso.
La posibilidad de que la parte correspondiente se asigne a organizaciones sociales ya está contemplada, con lo que eso lo dejamos aparte, pero fijémonos en el políticamente correcto afán de los fundamentalistas laicos en restarle protagonismo histórico, religioso y cultural a la Iglesia Católica a través del simple mecanismo de elevar el rango de cualquier otra, especialmente la islámica. El dispositivo no es sutil, pues me doy cuenta del mismo hasta yo, pero cuando menos es definitorio de lo que nos espera.
Y encima el deán de Santiago retirando imágenes para que nadie se ofenda…