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23 de mayo de 2003

Famosos: una profesión


Ser famoso se ha convertido, para algunos, en una auténtica profesión. No se es famoso como consecuencia de algo, sino que se es famoso y lo demás llega como consecuencia de ello. Esa nutrida selva de famosos inexplicables que puebla nuestra escena mediática ha obtenido no pocos beneficios: alguno de ellos ha llegado a tener un trabajo por primera vez en la vida y no pocos han visto multiplicar por diez sus honorarios. Ahora, se está poniendo de moda que, además de posar, determinados "famosos" se involucren en aventuras televisivas imprevisibles: "La isla de los famoS.O.S.", sin ir más lejos, es un lugar en el que acaban devorándose unos a otros mientras unos cámaras silentes filman hasta el último detalle. En dicho programa, al menos, no sonríen al objetivo ni dan su opinión sobre el noviazgo de menganito ante más micrófonos de los que le puedan poner al Secretario General de la ONU: pasan frío, hambre y se ven atacados por mosquitos que parecen aguilitas en un clima de pérdida de tiempo absoluto, cosa que aún lo hace más desesperante.
 

Todo pasa: volverán y darán conferencias sobre "Cómo sobreviví a los Océanos".

 
Aunque el que me tiene en un sinvivir es el programa que anuncia Tele 5 bajo el título de "Hotel Glamour". Que en un edificio se reúnan durante tiempo indeterminado --y bajo la atenta mirada del ojo que todo lo ve-- personajes tan fascinantes de esta España de principios de siglo como Tamara (sin su madre, lo cual baja la expectativa, pero bueno...), Dinio, Yola Berrocal o Aramís Fuster es mucho más de lo que pudiera pedir mi exagerada deformación del gusto. Toda una colección de "freaks" respetabilísimos va a encerrarse en un estudio abierto un tiempo indeterminado y nosotros asistiremos a sus peleas, amoríos y conversaciones trascendentales: no puedo perderme un debate nocturno entre mi Yola de mi alma --que cada día me gusta más-- y Frank Francés sobre la crisis de la dos Coreas o un agarrón entre Tamara y el cubano o una disputa que involucre a la futuróloga avispada --también me gusta a rabiar-- y el muchacho este que salía con la chica aquella de "Gran Hermano" que acabaron peleándose a salivazo limpio y que era... sí hombre... mira que lo tengo en la punta de la lengua... éste que tiene cara de buen chaval y que decía que tenía encima una pierna o algo así... bueno, ya me acordaré. Después de estos dos programas, ser famoso puede que resulte más lucrativo, pero al menos resultará mucho más entretenido para quienes les seguimos de cerca.
 


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