ABC |
|
|
21 de enero de 2011 | ||
El paso cambiado de la política |
IGNORO si este es un fin de ciclo político del PSOE. Por muchas evidencias que, en forma de encuestas o de percepciones particulares, se puedan manejar acerca de la escasas o nulas posibilidades de los socialistas de permanecer en el poder, todo futuro es siempre incierto. Las elecciones se habrán de producir, con toda seguridad, allá por 2012 y de hoy hasta esa fecha indefinida media un largo camino de incertidumbre en el que nadie puede asegurar cuál será el resultado final del recuento de votos. ZP, como alguno de sus barones autonómicos o locales, dan la sensación de caminar con el paso cambiado de los días, con el trote equivocado de aquél que, haga lo que haga, va de charco en charco. Ello se aprecia en la necesidad perentoria de poner en marcha ocurrencias, una tras otra, por si alguna de ellas hace que suene la flauta caprichosa y casual de la fortuna. Así camelan un día a los grupos nacionalistas prestándose al esperpento de la traducción simultánea en el Senado, como prometen la creación de un comité televisivo que habría de velar por la pureza de contenidos en la pequeña pantalla, como desarrollan una ley de supuesta igualdad de trato que desafía cualquier elemento fundamental del estado de derecho.
A la primera iniciativa le ha contestado una indeterminada masa crítica de la opinión afeando el entretenimiento parlamentario consistente en disponer de una partida presupuestaria para que, de vez en cuando, se contraten intérpretes y así sus señorías puedan jugar a los países con la excusa de proteger unas lenguas cooficiales que están sobradamente protegidas e impulsadas en sus ámbitos respectivos. Hay tantas razones para amparar actos simbólicos como los plenos plurilingües como para censurar un dispendio innecesario en tiempos de apretura. Lo que hubiera sido una discusión de corto recorrido en cualquier momento de bonanza ha resultado una polémica desabrida merced al paso cambiado de los bailarines gubernativos. Tal que así, la advertencia de la puesta en marcha de un comité vigilante de contenidos televisivos ha despertado las sospechas de aquellos que creen que ningún intento controlador impulsado por los socialistas puede traer nada bueno. Inevitablemente, siempre planeará sobre ellos la sospecha —normalmente bien fundada— de que están amasando un grupo de censores dispuestos a crearle problemas a aquellas estaciones que se caractericen por una mayor intensidad en la crítica a la labor de gobierno de estos muchachos. Aunque no fuera a ser así, la sensación es palpable. Si pierdes la comba, el paso, tropiezas con la cuerda, más allá de que tus intenciones sean angelicales y levantas la inevitable sospecha. Qué decir de la supuesta ley de Igualdad de Trato según la cual otro paniaguado gubernamental puede complicarle la vida a un empresario por haber tomado una decisión que haya perjudicado a un denunciante indignado. Si elegir es discriminar —siempre—, ¿qué impide que el no elegido considere que se ha cometido una injusticia e inste a un «comité» a que obligue a demostrar que es inocente a quien tomó la decisión? Nada. La ocurrencia legislativa se lo permitirá.
El gobierno de ZP puede, de aquí a mediados del 2012, exprimir la chistera para vaciar de ingeniosidades la muy fecunda factoría de chorradas socialistas que tanto gustan a una parroquia de seguidores cada vez más menguada. Pero cada idea que manejan parece hundirles más en el pozo negro de la desafección. No sabemos qué pasará, pero si no recuperan el paso sensato de la política a compás, su futuro se oscurece de forma preocupante. Preocupante para ellos, está claro.
|
|
Comentarios 1 |
|
|
|