ABC |
|
|
19 de julio de 2013 | ||
PASÓ LO QUE TENÍA QUE PASAR |
LO que es, es; y lo que tiene que pasar, normalmente pasa. Pocos de aquellos que vean la vida con el limpio cristal del realismo se habrán sorprendido por el simulacro de primarias que el PSOE andaluz puso en marcha desde que Griñán anunciara su próxima marcha. El realismo socialista, que es otra forma de enfocar la realidad, había planeado este remedo de elección a secretario general y a candidato a la presidencia de la Junta con la sola intención de que ganara La Ungida y de que, a ser posible, no molestarán mucho los demás. Así ha sido: no presumo de formar parte de los profetas visionarios de la política, pero no me hizo falta serlo para escribir la semana pasada que ninguno de los dos comparsas competidores del oficialismo tenía nada que hacer. ¿Cómo iba a tenerlo alguien que no controla el aparato de colocación que supone un partido y un gobierno? En las circunstancias actuales muy pocos se arriesgan a que, en la próxima revisión de cargos, una especialista en desayunar cadáveres crudos se lo lleve por delante y luego no tenga adónde ir, ni qué hacer, ni qué llevar caliente a su casa. No es que no sepan hacer otra cosa, es que no hay cosas que hacer, y así cualquiera se mete en el lío de hacerse el original y votar a otro que no sea el que señala el dedo del líder.
Planas y el alcalde de Jun lo han intentado pero ellos sabían de la imposibilidad de su intento, especialmente Planas, al que tanto empujaron Chaves y los suyos con tal de fastidiarle la fiesta a Griñán. Luis Planas, hombre sensato y solvente, lo supo desde el momento en que aquello que le prometieron Chaves y Zarrías se disolvía como un azucarillo: bastó ver cómo se escondían todos los de la provincia de Jaén, sede gaspariana por excelencia, como para prever el gólgota. Y ahora Susana Díaz es ya, sin necesidad de votación alguna, la elegida para continuar la magna obra del socialismo andaluz: mantener a Andalucía en la cola de todos los registros posibles, de empleo, de educación y de lo que haga falta. Las primeras palabras de la futura presidenta —una desconocida para la gran afición hasta hace cuatro días— dan una pista de los nuevos tiempos en los que pretende «devolver la dignidad a la política»: no se trata, por lo visto, de indicar un tiempo de conciliación político-social, sino de recordar y subrayar las banderías en las que se divide el espectro representativo. No ha tardado ni cinco minutos en manejar el desabrido lenguaje que señala a esa derecha andaluza que, según su criterio, esta soliviantada por su victoria, produciéndole ello un descriptible orgullo. Planes, ideas, estímulos, ninguno. Lenguaje menor dedicado a desacreditar la posibilidad de que otros no manejen su ideario, todo.
Ahora habrá que saber cuánto tiempo tiene pensado Griñán mantenerse en el cargo. Soy de la opinión de que en cuanto pueda y no sea muy lesivo para sus equilibrios cogerá su caja de cartón, meterá sus efectos personales y se marchará como llegó. El parlamento elegirá a Díaz para presidir la Junta e Izquierda Unida se lo tragará porque para una vez que han encontrado calor en colocaciones y nóminas no lo van a tirar por la borda por una menudencia como esa. Una vez Díaz haya tentado el terreno, convocará elecciones a ver si con suerte se desprende de esa compañía innecesaria de comunistas y demás ralea. Si consigue mayoría absoluta, felicidad completa: a seguir proclamando eslóganes contra la mitad de los andaluces y a gobernar para mantener las cosas como están.
Y usted dirá: oiga, ¿pero no cuenta con que también se presenta el PP? Y yo le diré que me da la risa: el PP no se huele la que le espera.
|
|
Comentarios 0 |
|
|
|
|