Entrevista en ABC por POR SARA CAMPELO.
-Treinta años en la radio, articulista, escribe libros de todo género... ¿Le queda algo por pedir a 2007?
-Continuidad ascendente, pido que el programa siga funcionando y que la radio tome mayor implantación y cuota de mercado: que pueda seguir todos los días repitiendo el milagro de madrugar y asomarme a las seis de la mañana a la vida de los ciudadanos. Eso es suficiente para mí.
-¿Es ese un deseo a largo plazo, se ha oído que quería dejar la radio?
-En principio, mi contrato con Onda Cero finaliza en agosto de 2008, pero dentro de unos meses cumplo cincuenta años y a lo mejor es un buen momento para plantearse si es bueno cambiar y dedicarse a otras inquietudes.
-El medio siglo le vence a usted en julio, ¿tan avanzada tiene la decisión de dejar las ondas?
-Esa es una buena fecha, pero ser profeta de mi mismo es un ejercicio inútil ya que suelo hacerme poco caso a mis propias predicciones. Lo que le estoy contando es la expresión de un anhelo personal, un deseo que me sigue perezoseando por dentro. Hay momentos en los que es bueno apartarse de una actividad, iniciar otras, dejar paso a la gente, hay varias posibilidades y no le niego que esa es una las que me planteo.
-¿Desde cuando acaricia la idea?
-La idea la acaricié al llegar a los cuarenta, también cuando fui a cumplir cuarenta y cinco y ahora. Los cincuenta es una edad suficientemente seria como para aprovechar los buenos años que te quedan, que son muy buenos, y para combinarlos con otras cosas. La radio tiene un único problema, que es muy exclusiva y absorbente: si te dedicas a este medio no lo puedes hacer a la tele o a otras cosas. Un programa de las características de «Herrera en la Onda» dura seis, siete horas lo que apenas te deja tiempo para desarrollar otras disciplinas diarias concretas y como yo quiero probar otras, pues me lo planteo, es una posibilidad pero del dicho al hecho...
-En cualquier caso, el trecho depende de usted: ofertas y proyectos no te faltarán.
-Imagino que con mi empresa no habría problemas, tendría que preguntárselo. De cualquier forma, hay que ser elegante y dejar que sean ellos quienes digan si están interesados o no.
-¿Piensa en algo concreto?
-Me gustaría entrar en el mundo de la empresa periodística, el sector de las publicaciones, por ahí van los tiros.
-¿Y colgar el micrófono?
-Mi gran ilusión secreta, algo que nunca he podido hacer es hacer un programa de toros en la radio. Lo
En los toros
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que pasa es que los que hay son muy buenos y nadie en su sano juicio va a quitarles para ponerme a mí.
-¿Y qué pasa con sus oyentes, cómo llevarán su ausencia?
-Nunca pasa nada. La figura más importante y trascendental que ha habido en la historia de la radio ha sido Iñaki (Gabilondo) y se ha ido y no ha pasado nada. Siempre hay quien le echa en falta, pero al final la vida sigue, llega otro para ocupar tu puesto y no lo hace mal. Siempre se tambalean un poco las cosas, pero el mundo no se acaba en nosotros. De todas formas en temporada y media pueden pasar muchas cosas en España: seguir Rodríguez (Zapatero), caer Rodríguez, venir otro peor, otro mejor...
-No será usted como Luis del Olmo, que en cada temporada avanza que será la última...
-Luis del Olmo era un niño y ya decía que se iba a retirar. Mi hija, que quiere estudiar Periodismo, se retirará en su programa cuando él todavía esté debatiendo si se va o no. Porque además yo la pienso enviar con Luis a que aprenda.
-¿Será difícil abandonar lo que ha sido su vida profesional en los últimos treinta años?
-Yo nunca he dejado de hacer radio y no se si sabría vivir ella. La radio me ha dado todo lo que yo soy: todo lo que he aprendido lo he aprendido aquí, la seguridad personal, la cultura que tengo ha sido gracias a las ondas.
-Estirpe torera: el matador retirado que siempre acaba regresando al ruedo...
-Que en el futuro estaré en la radio es seguro, lo que no se es si en este ritmo o este puesto.
-¿Está pensando quizá en la tele?
-Estoy muy mayor para hacer televisión.
-No se ponga años, son quintos.
-Ya pero, o la tele empieza a madurar, al estilo de las cadenas norteamericanas, o sinceramente, no creo que haya sitio para los «seniors» como yo.
-Ahora me dirá que se ve como alcalde de Sevilla, por ejemplo.
-Ese es un rumor que ha salido porque no sé, en alguna ocasión habré manifestado que me gustaría serlo, pero todo desde la inocencia más absoluta. Alguien debió oírme y se corrió la noticia, algunos incluso me postulaban como futuro edil. Pero ni yo se lo he pedido a nadie ni nadie me lo ha ofrecido; sería para mí un honor pero fíjese, si ya es difícil para mí gestionar mi entorno, no sé yo una ciudad...
-Los oyentes son fieles a una emisora o a una voz concreta.
-Los ciudadanos eligen un programa de radio u otro atendiendo a tres premisas consecutivas: su horario, la línea editorial de la emisora y la identidad del que le cuenta lo que pasa. Los locutores no somos importantes para el oyente, somos habituales: le acompañamos en su rutina diaria y nos hemos convertido en la banda sonora de su película.
-¿Y para usted que significa el oyente: habitualidad o importancia?
-Los estudios de radio tienen un problema: son auténticos búnkeres en los que entra muy poco la calle. La virtud de de los oyentes de la radio interactiva es que en una de esas cámaras acorazadas en las que trabajamos entre la frescura de la calle. Me gusta mucho escuchar a los oyentes y me han dado momentos gloriosos.
-Y los contertulios, ¿qué valor les da?
-El contertulio es un ciudadano como el que me está escuchando pero con determinado acceso a la información, en virtud de la cual interpreta la actualidad.
-¿Hay exceso de opinión en las emisoras españolas?
-No me parece mal que las radios, al igual que otros medios de comunicación, tengan su línea editorial, ¿porqué no la van a poder tener? Lo importante es la sinceridad y la honestidad de esa línea editorial y que luego cada uno sepa qué es lo que escucha. ¿Qué haya enfrentamiento con diferentes formas de ver la realidad?: no me parece preocupante.
-¿No piensa que la radio de trincheras aviva peligrosos sectarismos en los oyentes?
-Hay una radicalización preocupante en la opinión pública pero eso es responsabilidad de los gestores políticos, no de los medios. Es alarmante, lo importante no es que una persona sea de izquierdas o derechas, lo importante es que no sea dogmática. No somos nosotros, sino un grupo de políticos los que están creando una tensión social que es una bomba de relojería.
-¿Qué testan sus micrófonos día a día respecto a esta agitación social?
-El panorama es muy preocupante. Desde el año 1977, en plena transición, que empecé a trabajar en la radio, un nivel así de perversión en la descalificación del adversario, en la negación del derecho al adversario no lo habría calibrado nunca. Créame que asomo el oido a la calle y se oyen cosas que no deberían oírse.
-El oyente de radio es masculino y de clase baja; sin embargo, «Herrera en la onda» destaca frente al resto por la capacidad de captar a mujeres y personas de clase alta. ¿Qué les da?
-En la radio matinal, hasta las 10.00 horas, la audiencia está más repartida entre hombres y mujeres; sin embargo, a partir de esa hora la radio se vuelve más femenina. Esa es una realidad que pese a la incorporación de la mujer a la vida profesional, sigue existiendo.
-No se vaya por las ramas: el dial es muy amplio y ellas le prefieren a usted.
-Bueno es que yo soy más alto. Será por eso, ¿a usted que le parece?
-Que nosotras somos más listas.
-Me gusta, póngalo joven, póngalo.