El Semanal |
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21 de octubre de 2012 | ||
Mónica Blanca de los Luceros |
Pude conocerlo poco tiempo; suficiente, en cualquier caso, para saber que me encontraba ante un ser humano excepcional, generoso, sentimental, enternecedor y que amaba profundamente a los suyos. Su mujer, la fascinante Ángela Tejedor, era todo para él -«de mi mujer me gustan hasta sus zapatos viejos», me dijo una tarde y lo refiero cada vez que tengo ocasión-. Sus hijos son una larga estirpe de artistas, por demás. Sus pulmones, archivo de aire de mar y depósito de suspiros de la Málaga que se le quedó prendida en la entretela, no pudieron soportar tantos años de colombianas y guajiras a pelo. El oxígeno llegó después, y, tras ello, el final, que no la muerte.
Su hija Mónica, artista hecha a medias con la sonrisa demoledora de su madre y el gusto devastador de Antonio, ha decidido homenajear a su padre mediante diez canciones inevitables. No caben las comparaciones, son absurdas: uno es uno y la otra es otra. Pero hay un hilo conductor entre aquellos aires de Molina grande vertidos en el irresistible encanto de Molina chica. Su hermano Noel ha sabido instrumentar un disco acústico, de interiores, elegante y evocador, en el que el aroma de un tiempo de luces blancas, de huracanes cálidos y silentes, se hace carne prodigiosa. La voz de Mónica cantando a su padre son un poco bajamares del desconsuelo, promesas de sirenas urbanas, pequeños milagros al oído, penumbra de las playas desoladas, salitre de las penas, aguas de un verde terroso, tormentas de matices, olor fresco de poniente, abismos de delfines, mares de auroras y espumas, todas ellas navegando por los rieles de la mar, que dijo el poeta. Una voz de porcelana fina entreverada de taberna de ciudad pone en valor, de nuevo, melodías guardadas en los jardines secretos de la memoria, en el recodo de las rocas de un tiempo en el que no costaba mucho ser feliz, aquellos años de alboroto en las orillas y de calma en las lejanías. Años, en fin, en medio del azul.
Y no sigo porque, en conociéndola, sé que estará sollozando desde la segunda línea, en consonancia con su sangre.
¡Ay, Mónica Blanca de los Luceros!
PRESENTACIÓN - MAR BLANCA - TVE
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