«La proyección internacional de Santiago y el Camino es incalculable», afirma
Ayer por la mañana, recién llegado de Roma, el embajador de España cerca de la Santa Sede, Francisco Vázquez (A Coruña, 1946), se puso a trabajar ya a pie de campo para ultimar los detalles de la visita del Papa, Benedicto XVI, a Santiago y Barcelona del próximo fin de semana. «Si se me permite la licencia, para conseguir la presencia del Papa, hemos tenido que remover Roma con Santiago. Y nunca mejor dicho», cuenta.
-¿Hay alguna novedad de última hora?
-No, pequeños detalles. Los viajes del Papa se programan con mucha antelación y todo está previsto desde hace semanas. ¿Lo más complejo? Quizá la seguridad, que es un tema al que hay que prestar especial atención, sobre todo en estos tiempos donde la amenaza terrorista es una constante. Y el protocolo tampoco es una cuestión menor, por cuanto se trata de la visita de una figura carismática y son muchas las personas que quieren estar cerca de él a pesar de que no se trata de una visita política, sino pastoral.
-¿Ya han cerrado las audiencias que tendrá Benedicto XVI en esta ocasión?
-Sí. Serán pocas, pero muy significativas. Las más trascendentes serán las que le entrevisten con los Reyes, los Príncipes, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y el líder de la oposición, Mariano Rajoy. Luego, en los aeropuertos habrá ocasión también para que departa con ministros y autoridades locales, pero el resto del tiempo pretende estar muy cerca de la gente.
-¿Qué hará el Papa?
-Quiere ejercer como un peregrino más. Mire, la ventaja que tenemos es que el equipo encargado de organizar la visita es el mismo que ya participó en los dos viajes papales anteriores, tanto en el Vaticano como en Santiago. Y Benedicto XVI está interesado en completar el viaje del peregrino. Quiere entrar por la Puerta Santa, abrazar al Apóstol, dar los croques y salir por la plaza de Platerías.
-¿Qué conoce de Galicia?
-Tiene muchas referencias, como ya me expresó en nuestro primer encuentro, cuando le entregué las credenciales en el 2006. Sabe que tenemos un idioma propio, conoce el paisaje verde, que compara con el de su Baviera natal, y otros detalles. Como buen bávaro, se siente plenamente identificado con el Camino de Santiago y conviene recordar que la concha del peregrino figura como parte del escudo papal. Yo siempre lo animé a venir, pero hay que reconocer que este viaje se cerró casi sobre la campana.
-¿Por qué lo dice?
-Porque la agenda papal ya estaba cerrada para el 2010 y se daba por hecho que la visita a Inglaterra sería la última. Pero al final, entre el 25 y el 28 de febrero, confluyeron los intereses del Gobierno y los de la Iglesia y se ha podido conseguir un hito histórico del que me siento especialmente orgulloso, pues habré participado de forma directa en la organización de los tres viajes de Benedicto XVI a España, el país al que más ha ido, lo que demuestra su afecto y cariño por nuestra patria.
-Sin embargo, hay críticas que consideran la visita un gasto superfluo en época de crisis.
-Si se me perdona la licencia, yo diría que con la visita del Papa no nos ha tocado la lotería, ni siquiera la del gordo de Navidad, sino el euromillones. ¿Sabe cuántos periodistas hay acreditados para seguir su visita en España? Más de dos mil. Y la señal televisiva ha sido solicitada por países de todo el mundo. La proyección universal para Santiago, el Camino y todo lo que ello supone generará un beneficio que es incalculable desde el punto de vista de la promoción turística y de los valores que encarna. Y los gastos son menores incluso que los de cualquier otro jefe de Estado, porque la Iglesia, que en España tiene un papel fundamental en la red asistencial de todo el país con Cáritas, Manos Unidas o la atención a las personas mayores y enfermas, contribuye además con parte de sus ingresos a sufragar los costes de la visita del Pontífice.
-¿Hay miedo por su salud?
-No. Está muy bien. Tiene 83 años, pero se cuida mucho y hace una vida muy ordenada y controlada.
