"Yo apuesto por cumplir años y quiero ir encontrando los espacios vacíos y olvidados", resume así Paloma su vida, en plena face de creatividad, de reforma de casa, de ilusión por volver a girar, y de un sentimiento especial por el sonido acústico. Escribe y pinta, canta y actua: "qué bien poder atender a todos los dioses que una lleva dentro".

Ya no cambia el mar por nada, porque Cádiz se ha convertido en su refugio y su inspiración, con ayuda de alguna gama, y la brisa del mar que le da de frente en sus vistas privilegiada. El disco son canciones que cantaba en la intimidad: "nace de un concierto que ya he hecho y donde quería contar a la gente qué soy". Son canciones que ha ido eligiendo, desde canciones del sur, hasta canciones italianas y francesas de su adolescencia. Una Paloma San Basilio que también le da un hueco a la canción propia compuesta junto a su hija Ivana, "es como una caricia en el oído".