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El expiloto fue trasladado a París para un tratamiento con células madre

Michael Schumacher, siete veces campeón del mundo de Fórmula 1, sufrió un grave accidente mientras esquiaba, hace ya más de cinco años. Fue en una estación de los Alpes franceses. El impacto en la cabeza fue terrible. Desde entonces, el proceso de su recuperación ha sido un enorme secreto, así como su estado de salud. Y lo sigue siendo.

Secreto pretendía ser su ingreso ayer en el hospital George Pompidou, de París, si no hubiera sido desvelado por Le Parisien. Schumacher, de 50 años, llegó en una ambulancia procedente de su casa de Gland en Suiza y entró en el centro en una camilla, escoltado por varios guardias de seguridad. Su rostro iba cubierto para no ser identificado. Hoy será sometido a una intervención con células madre. Será la tercera vez que recibe este tratamiento, con el que se pretende acelerar el proceso de rehabilitación de las lesiones cerebrales.

No habrá parte médico. Se mantendrá el hermetismo total. Corina, su mujer, ha convertido su residencia en un fortín infranqueable. Por ello, nunca ha trascendido la más mínima información sobre el estado de salud de su marido.

Hace unos meses, Jean Todt, el presidente de la Federación Internacional del Automóvil, comentó haber visto junto al piloto el último Gran Premio de Brasil de F1, celebrado en noviembre del pasado año...

El resto ha sido silencio.