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José Salvador Alvarenga sobrevivió 438 días en una lancha a la deriva en el Pacífico, tiempo en el que tuvo que arrojar al mar el cuerpo de su compañero de viaje

José Salvador Alvarenga sobrevivió más de un año en una pequeña lancha a la deriva en el océano Pacífico tras 'descomponerse' el motor de su embarcación -de apenas 6 metros de eslora- en una tormenta. 

José, de 36 años, partió de la costa de México junto a Ezequiel, su compañero de viaje. Ambos eran pescadores profesionales y no dieron importancia a los avisos por tormenta. A las pocas horas se les dio por perdidos. Catorce meses después, el 30 de enero de 2014, sólo él fue rescatado en la Micronesia, en playa del atolón Ebon en las Islas Marshall, a nada menos que 12.500 kilómetros de México. Antes se habñia tenido que deshacer del cuerpo de su amigo arrojándolo al mar. Pese a todo, ha relatado a 'Herrera en COPE' que “nunca perdió la esperanza”. Ahora su increíble historia está reflejada en un libro; '438 días' que ha escrito el periodista estadounidense Jonathan Franklin.

José relata como a los dos meses empezaron a ver barcos. "No nos veían. Pasamos un mes sin tomar agua, luego ya llovió pero hasta entonces tomaba sangre de tortuga y de pájaro para mantenerme. Ezequiel no lo hacía. Falleció por hambre, sed y por pensar mucho. Además se puso enfermo por comer un pájaro “envenenado”.

Recuerda como Ezequiel, de 24 años, le pidió antes de morir que no le arrojara la mar. “A los 8 días tuve que hacerlo, no me quedaba otra alternativa porque me volvía loco hablando con él ya muerto. Lo hice de noche y me desmayé”, relata

El sábado 17 de noviembre de 2012 Salvador Alvarenga y su compañero Ezequiel Córdoba se hicieron a la mar para ir a pescar tiburones en su pequeña embarcación. Había aviso de tormenta pero Alvarenga era un experto pescador que no se amedrentaba por nada. Cuando les alcanzó el temporal se encontraban lejos de la costa y un fallo del motor acabó imposibilitando su regreso.

Catorce meses después, el 30 de enero de 2014, con el pelo largo, barba poblada y sin poder apenas hablar ni caminar, Salvador llegó a la playa del atolón Ebon en las Islas Marshall, a siete mil millas de donde partió con su bote.

Gracias a una dieta a base de pescado crudo, tortugas, pequeños pájaros, agua de lluvia y su propia orina, pudo sobrevivir en alta mar. Por su parte, Ezequiel, quien se negó a tomar esos alimentos, murió pocas semanas después de la tormenta que les convirtió en náufragos.

Fascinado por la historia, el periodista estadounidense Jonathan Franklin entrevistó en numerosas ocasiones al pescador y a todas las personas que fueron testigos de su aparición en las Islas Marshall, y también a aquellos que le acompañaron en los días posteriores, durante su hospitalización. De todas estas conversaciones surge este heroico relato sobre la resistencia humana, seguramente el más asombroso de nuestros días.