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14 de junio de 2016

Los difíciles pactos postelectorales

"El debate nos dejó la sensación de que va a ser difícil hacer pactos" 

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COPE

El trinunfo de España en el primer partido de la Eurocopa con gol de Piqué, el nuevo asesinato en París, donde un hombre acuchilló a un policía y luego a su esposa, un crimen reivindicado también por el Daesh; el debate electoral a cuatro marcado por la "aspereza" entre los candidatos, en el editorial de Carlos Herrera a las 8 de la mañana.

 

EL PAIS

Iglesias ganó el debate a cuatro aunque Rivera jugó mejor sus bazas

El líder de Unidos Podemos venció, según Metroscopia, pero Albert Rivera acapara mejor valoración por sus intervenciones

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Ganar no siempre significa sacar mayor provecho. Pablo Iglesias fue el vencedor del único debate a cuatro que los candidatos tendrán durante la campaña, pero el más valorado por su actuación fue Albert Rivera, según el sondeo de urgencia realizado por Metroscopia para EL PAÍS.

El candidato de Unidos Podemos fue el ganador para el 22% de los consultados, seguido de Mariano Rajoy (18%), Albert Rivera (14%) y Pedro Sánchez (6%). El líder de Ciudadanos obtuvo sin embargo la mejor puntuación, un 5,7 en una escala de 1 a 10, entre el conjunto del electorado, por el modo en que supo jugar el partido. Solo un 5% de los consultados por Metroscopia admite que el debate puede hacerle cambiar el sentido de su voto.

Ante la pregunta directa, ¿Quién diría usted que, en definitiva, ha ganado este debate?, el ganador está claro: el candidato de Unidos Podemos se coloca en primera posición. Pero los electores han apuntado en sus respuestas matices más ricos que la mera disyuntiva de quién gana y quién pierde. Aprecian calidad en el debate, y reparten de modo más equilibrado sus valoraciones.

El mérito de Albert Rivera, que en estas elecciones corre el riesgo de ver desdibujada su apuesta de centro en medio de una polarización provocada por el PP y Unidos Podemos, ha consistido, según el sondeo, en ser capaz de recibir buena puntuación no solo entre los suyos (7,1) sino entre el electorado socialista (6,3) y del PP (6,0).

Algo parecido, aunque en menor grado, le sucede a Pablo Iglesias. Junto a la alta puntuación de sus votantes (7,3), recibe asimismo una destacada valoración del electorado socialista (5,6), y casi obtiene un aprobado por su actuación entre el electorado de Ciudadanos (4,9).

No les ocurre lo mismo ni a Mariano Rajoy ni a Pedro Sánchez, que reciben la aprobación de sus bases, pero se alejan del aprobado entre los votantes de los otros partidos. Los electores de Unidos Podemos le dan a Sánchez un 4,4; los de Ciudadanos, un 4,7.

Aunque solo un 5% de los consultados admite que el debate puede hacerle cambiar el sentido de su voto, destaca como esta cifra se dobla en el caso de potenciales votantes socialistas. Hasta un 13% admite que, tras comprobar el choque dialéctico de los cuatro candidatos, su voto podría cambiar. Y eso a pesar de que, tras dos horas y media, pocas cosas se aclararon respecto a lo que ocurrirá tras el 26-J.

El debate lo acabó ganando, según la encuesta, uno de los dos candidatos que más claramente ha expresado el pacto que persigue. Iglesias quiere formar Gobierno con el PSOE, y por eso trató de forzar a Sánchez para que se pronunciara sobre posibles alianzas antes del 26 de junio. “No puedo contemplar ni como mera hipótesis que el Partido Socialista sea capaz de comparecer y decir a sus votantes que van a permitir que siga Rajoy en el Gobierno. Y solamente hay una alternativa a eso, que gobierne con nosotros”.

El otro candidato que, desde el mismo 21 de diciembre, ha definido el pacto que busca es Rajoy. Quiere formar una gran coalición con el PSOE —en su propuesta incluye a Ciudadanos, pero no lo considera necesario—, para asegurar un Gobierno estable con fuerzas que, según él, defienden los mismos valores constitucionales. El debate, sin embargo, evidenció que llegar a pactos tras el 26-J se presenta complicado. “Ya veremos”, se limitó a decir Rajoy cuando le preguntaron cómo veía ahora de cerca su ansiada gran coalición.

El secreto de Sánchez

El candidato socialista sabe que escuchará la misma pregunta formulada por Iglesias, por Rajoy y por la prensa lo que le resta de campaña: ¿con quién pactará el PSOE? No piensa contestar. No lo hizo en el debate, a pesar de que se le apretó, porque hubiera sido un “suicidio” hacer ese pronunciamiento, explican fuentes de su campaña. Solo le hubiera servido para perder votos por la izquierda y por el centro. Su decisión vendrá dada por el resultado electoral y confían en que sean otros los que tengan que elegir.

El candidato de Ciudadanos se ha mostrado en todo momento dispuesto a pactar a su derecha y a su izquierda, siempre que se acepten sus condiciones, pero mantiene algo más que reservas respecto a la figura de Rajoy. Ha ido incrementando la dureza de sus ataques al candidato popular. De nuevo le volvió a pedir en el debate una “reflexión” sobre la corrupción y sobre su propio futuro. Rivera elige cuidadosamente las palabras para no pasarse de frenada ni volver en su contra al electorado popular, pero donde todo el mundo entiende que su apoyo pasa por la renuncia de Rajoy, los dirigentes del PP quieren ver un órdago que tendría que retirar si de sus escaños depende que gobierne Rajoy.

 

LA VANGUARDIA

El debate a cuatro no disipa las dudas sobre unas terceras elecciones

Los candidatos se acusan de delitos graves en el bloque de la corrupción y mantienen sus posturas sobre Catalunya

Mariano Rajoy, Pedro Sánchez, Albert Rivera, Pablo Iglesias, en el debate

Como era previsible, la corrupción y Catalunya pusieron la sal y la pimienta al debate a cuatro que protagonizaron este lunes por la noche los candidatos del PP, Mariano Rajoy, del PSOE, Pedro Sánchez, de Ciudadanos, Albert Rivera, y de Podemos, Pablo Iglesias, en la Academia de la Televisión. Un debate que, sin embargo, no aclaró al 100% cuál será el sentido exacto de los pactos post-26J si los resultados son parecidos a los de hace siete meses y, por lo tanto, si habrá o no Gobierno tras unas segundas elecciones. Si en la primera parte del debate, con los bloques económico y social como protagonistas, los candidatos apenas se interrumpieron; fue en el tercero cuando los cara a cara cruzados ganaron enteros, hasta el punto de producirse graves acusaciones de cobros ilegales o financiación irregular.

Más allá de este punto álgido, los candidatos trataron de ceñirse férreamente a sus guiones de campaña previamente bien estudiados con sus respectivos equipos. Rajoy defendió su acción de Gobierno esgrimiendo datos económicos y confrontándola a la “incertidumbre” del resto de propuestas políticas. Pedro Sánchez buscó el choque con Rajoy aunque también con Pablo Iglesias, al que le acusó sistemáticamente de no hacer posible “el cambio” en la anterior minilegislatura y, en concreto, atribuyó a la exigencia del derecho a decidir de Catalunya por parte de Podemos la imposibilidad del acuerdo. Rivera apuntó contra dos rivales: Rajoy e Iglesias. Al primero lo acusó de triunfalista y le puso en duda su credibilidad para liderar una etapa de reformas; al segundo atacó con mayor virulencia que nunca por sus políticas “populistas”. Finalmente, Iglesias -más calmado de lo habitual- trató de centrar el combate sólo con Rajoy y solo mencionó en contadas ocasiones a Sánchez para tenderle la mano para un futuro pacto de Gobierno y exigirle que se moje en desvelar por qué opción se decanta. Hubo muchos cara a cara pero sólo dos cabezas de lista evitaron cruzarse palabras altisonantes: Sánchez y Rivera.

El marco del debate, al inicio

El bloque económico fijó las coordenadas del debate. Sánchez comenzó lanzando la promesa de someterse a una cuestión de confianza al cabo de dos años de la próxima legislatura. Pero fue Rajoy el que abrió fuego al subrayar algunos datos positivos macroeconómicos y concluyendo que “hablar es muy fácil pero dar trigo ya es más complicado”. En este punto, se produjo una suerte de tres contra uno, en el que resto de candidatos criticaron con matices la política económica del PP. Sánchez y Rivera coincidieron en tachar de “autocomplaciente” y “triunfalista”, respectivamente, el discurso de Rajoy. Iglesias acusó al candidato popular de “suspender y poner de excusa que el examen es muy difícil”. La promesa de Rajoy de una futura bajada de impuestos volvió a encender los ánimos. Rivera le reprochó al presidente en funciones que esconda que la Comisión Europea ya pide nuevos recortes a España mientras que el candidato socialista puso en duda la promesa: “Cuando Rajoy habla de bajar impuestos, o esconde una gran mentira o un gran recorte, o ambas cosas a la vez”.

En este punto, vinieron algunos dardos. Iglesias prefirió dirigirse a Rajoy y no a Rivera porque el segundo, dijo, es “la copia” o “un buen escudero”. Segundos antes, Rivera había acusado a Iglesias de no decir la verdad sobre sus políticas económicas que, a su juicio, consisten en “machacar a impuestos” siguiendo el “modelo de Grecia”. El líder morado lanzó por primera vez su oferta al PSOE de acordar juntos un gobierno progresista, pero Sánchez hizo oídos sordos y se centró en equiparar a PP y Podemos al calificarlos de “extremismos” que “no han hecho posible los cambios en España”.

El segundo de los bloques, el de políticas sociales, mantuvo el tono del anterior aunque poco a poco las propuestas quedaron eclipsadas por los crecientes reproches. Rivera pidió a Rajoy “tratar a los españoles como adultos” y admitir que las carencias de la caja de las pensiones. Cuando Sánchez insistía en que no se pudieron implementar sus medidas de cambio a causa del boicot de Rajoy e Iglesias, el presidente funciones le espetó: “No me presento a las elecciones para hacerle a usted presidente, entre otras cosas porque sería usted un pésimo presidente para los intereses generales de los españoles”. Al momento, el líder socialista también recibió un aviso de Pablo Iglesias, que le pidió que no se equivoque de adversario. “Creo que sus votantes y los nuestros querrían vernos juntos enfrentarnos a las políticas del bloque conservador, pero allá cada uno”, manifestó.

Los candidatos se preparan para el debate

Corrupción y Catalunya animan el debate

El tono del debate a cuatro cambió totalmente en el tercero de los bloques, el que giraba alrededor de la regeneración democrática. Como suele ocurrir, las acusaciones y reproches por hechos del pasado coparon buena parte de este capítulo más allá de medidas concretas contra la corrupción. Iglesias comenzó enumerando los muchos casos conocidos por la opinión pública y el coste que éstos suponen para las arcas públicas. Reaccionó Sánchez recordándole al líder de Podemos los casos de Monedero y de la “beca de Errejón”. El socialista, sin embargo, se volteó hacia Rajoy para reclamarle su dimisión por el caso Bárcenas. En su turno de réplica, Rajoy aludió brevemente a los “dos ex presidentes de Andalucía” a los casos ERE y reclamó actuar contra la corrupción sin “inquisiciones”.

 

Rajoy, Sánchez, Iglesias y Rivera vuelven a chocar en la cuestión catalana

La llamada de Rajoy no pareció afectar a Rivera, que redobló las acusaciones del candidato socialista contra el popular al volver a sacar a relucir las cantidades exactas que podría haber percibido el presidente en funciones en negro, según los llamados papeles de Bárcenas. Comenzaba quizás el cara a cara más tenso de la noche. La alusión enfadó al presidente del Gobierno que le afeó el gesto y le recordó que son acusaciones muy graves. No se arrugó Rivera, que evitó pedir la dimisión de Rajoy pero sí “una reflexión”. “Creo que la nueva etapa política de España necesita un nuevo gobierno, y le pidió por favor que reflexione. El populismo del señor Iglesias va a seguir creciendo”, subrayó Rivera. El líder de Ciudadanos fue el protagonista del bloque al también lanzar duras acusaciones a Pablo Iglesias por su presunta financiación a través de Venezuela. “Esta es una acusación muy grave, y el Tribunal Supremo ha archivado la causa hasta cinco veces”, se indignó Iglesias.

Por otro lado, el debate no pasará a la historia por aportar novedad alguna sobre la cuestión catalana. Los candidatos se dedicaron a subrayar sus respectivos programas: Pablo Iglesias mantuvo la defensa del referéndum en Catalunya -aunque dejando claro que no es una “línea roja- y recordó que él es el único que ha ganado “a los independentistas”. Sánchez siguió defendiendo una reforma constitucional frente a la ruptura e insistió en que el derecho a decidir fue la condición de Podemos que evitó un Gobierno “de cambio” en la pasada legislatura. Mientras Rajoy ha defendido su acción política contra el proceso soberanista y ha rechazado cualquier “derecho a decidir” que no contemple a toda la ciudadanía española, Rivera abogó por políticas reformistas.

Sin pactos claros

El debate había previsto un turno final para que los líderes aclararan los posibles pactos posteriores a las elecciones. No sirvió de mucho. Sólo Iglesias dejó claro que su único pacto posible es con el PSOE. Sánchez se limitó a indicar que debe reforzarse su opción para garantizar un “cambio progresista”. Rajoy y Rivera tiraron de manual. El primero afirmó que pactará “con los españoles” y el segundo remarcó que harán falta acuerdos y ha rechazado “hablar de sillones”. 

 


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