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8 de abril de 2016

¡¡¡ Detengan a los jubilados !!!

Los animalistas denuncian a los jubilados 

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COPE

Los defensores de los animales piden en Change.org que detengan a los 4 jubilados que viajan desde Llodio a El Rocío en un carro tirado por mulas

La historia de Herrera

 

EL MUNDO

Chula y Charo 1.100 km y 41 días de camino al Rocío: son las 'niñas' de la cuadrilla vasca

 

Las mulas vascas que van al Rocío Híbridas. Chula (izq.) y Charo son hijas del mismo burro y de yeguas distintas.

Han cruzado páramos bajo el azote del pedrisco y la nieve y soportado semanas de lluvia, tirando de un carro que pesa 300 kilos y va cargado con 200 de material y otros 300 de sus pasajeros. Sin quejarse. Sin doblar la rodilla. Tan fiables como un todoterreno (ni una avería), pero tragando alfalfa en vez de gasoil. Y al cabo de 41 días y 1.100 kilómetros de ruta a cuatro patas, han llegado a su meta tan campantes. Ésta es la fábula contemporánea de Chula y Charo, las mulas medio hermanas que al atravesar España desde el País Vasco al Rocío con una cuadrilla vasca de cuatro amigos jubilados a bordo, bajo la vigilancia denunciante de los animalistas y el apoyo admirado de los rocieros, han hecho camino de sobra para ser los equinos más famosos de España. Las émulas de la Mula Francis que protagonizó siete películas de Hollywood.

Las encontramos este lunes en Coria del Río (Sevilla), descansando junto a sus cuatro dueños, José Ramón Larisgoitia, Andrés Gamillas, Adolfo Guerrero y Pedro Zayas, antes de completar junto a la hermandad de Lucena (Córdoba) los últimos y embarrados 46,5 kilómetros hasta El Rocío, donde entraron el miércoles en su jornada 41 de viaje. ¿Qué vida han tenido hasta llegar aquí?

Su historia comienza en el mercado ganadero de León. Chula y Charo, mulas jóvenes que hoy tienen 6 y 5 años de edad, son niñas de 30 meses y 15 meses cuando un tratante gitano de Pantoja (Toledo) se las vende a José Eugenio Espinosa García, domador de caballos del pueblo leonés de Grajal de Campos. El comprador no revela a Crónica cuánto pagó, pero fue un dinero importante porque hoy "las mulas están más cotizadas que los caballos" cuando es para tiro y carga, por su mayor resistencia. Y valen más aún cuando son dos, pues forman un tronco de tiro y juntas es más fácil adiestrarlas. Eugenio, de 42 años, cuenta que ya son una rareza en el norte de España y que a él le hacía ilusión criar algunas como las de su bisabuelo materno Eusebio García, que una vez trajo de Argentina "un barco cargado con mulas" bastante asalvajadas. Las vendía en los años 20 para acarrear vagonetas de carbón en las minas leonesas como la de La Robla o abrir surcos tirando del arado en estas llanuras de Tierra de Campos.

El padre de Eugenio, llamado igual, recuerda que en la posguerra "cada día salían del pueblo 20 o 30 parejas de mulas para arar de sol a sol. Hoy han desaparecido de aquí. Las sustituyeron por maquinaria y sólo se usan en Andalucía para los carros, como en El Rocío".

Chula ya venía con ese nombre cuando Eugenio hijo la compró. Él llamó Charo a la otra. Son hermosos ejemplares (350 kilos de peso cada una, estima) de esta especie híbrida de asno y caballo. Son medio hermanas. Su padre es un mismo burro tordo andaluz, y sus madres, dos yeguas diferentes. Eugenio domó a las "bravas" hermanas. Su función ya no era, como la de sus abuelas, consumirse en la mina y el campo, sino servir de motor animal para paseos en carruaje... De dos mulas de potencia.

En otoño llegaron a su pueblo los cuatro jubilados de Llodio (a 19 kilómetros de Bilbao) que habían respondido a su anuncio de internet. Por culpa de la crisis, Eugenio, domador de caballos nivel Galope 7, se veía forzado a vender sus equinos, entre ellos la pareja de mulas. Hubo trato. Andrés cuenta que Chula y Charo costaron a la cuadrilla 5.000 euros en total. Un tercio de su presupuesto de 15.000 para el viaje.

Con las dos mulas ya eran "seis en la cuadrilla", dice el peregrino José Ramón. "Ellas son dos más". Los amigos, de entre 61 y 71 años, decidieron en mayo del año pasado hacer por primera vez el camino del Rocío, pero desde Llodio y en carro, a la antigua, llevando el estandarte de la cofradía de su pueblo, la de San Roque. Tuvieron que ir lejos a buscar las mulas. "En el Norte no hay", dice Andrés.

Accidente el primer día

Halladas Chula y Charo, "las dos únicas que había en todo León" según su vendedor, aún les faltaba prepararlas para el largo viaje con una "segunda doma". Ángel, el hombre de Tafalla (Navarra) que les vendió el carro "por tres mil euros y pico", les enseñó a engancharlas. El 1 de diciembre, relata Andrés, empezaron los entrenamientos: sacaban las mulas del caserío donde las guardaban en Usánsolo, cerca de Bilbao, y las ponían a trotar con el carro "12 o 14 kilómetros". Su único accidente lo tuvieron el primer día. Chula y Charo tiraron al primer arre tan fuerte que Adolfo se cayó y tuvieron que llevarlo al hospital de Galdácano con una conmoción cerebral. El carro chocó contra un árbol. A las mulas no les pasó nada.

Reanudado el entrenamiento, la cuadrilla se hizo popular en cuanto su plan saltó a los medios de comunicación. Pero la curiosa noticia no le hizo gracia al grupo Acción para el Respeto Animal, cuatro activistas también de Euskadi que iniciaron una campaña en Change.org pidiendo a la Guardia Civil y a las administraciones vasca, andaluza y central que los "detengan" por el "martirio" de Chula y Charo y su "innecesaria explotación" por "el capricho" de "cuatro jubilados".

Han recogido 44.429 firmas de apoyo. Ana Moreno, portavoz de la campaña (también tienen abierta otra para que prohíban en el País Vasco las peleas de carneros), cuenta que reclamaron ante la Diputación de Álava para que interviniera. Subraya que estas mulas han sido sólo un ejemplo con el que denuncian el abuso sobre los equinos en la romería del Rocío, "donde entre 2007 y 2014 han muerto más de 107 equinos, según el recuento del partido animalista Pacma, sin contar los que quedan heridos".

 

"Somos seis". Chula (delante) y Charo, camino del Rocío con (de izq. a dcha.) Andrés Gamillas, Adolfo Guerrero, José Ramón Larisgoitia y Pedro Zayas.

Los expedicionarios salieron de casa el 1 de abril y recuerda José Ramón que ya habían cruzado la frontera con La Rioja cuando vino a su encuentro un veterinario de la Diputación alavesa, llamado, como él, José Ramón. Tras la denuncia animalista, tenía que revisarlos a fondo. "El veterinario nos dijo: "Os pongo un 10, y que sepáis que me dais una envidia de la hostia"", ríe José Ramón el peregrino.

La portavoz de Acción para el Respeto Animal admite que Chula y Charo llevan los papeles en regla (chip, guía de transporte, cartilla sanitaria...). También concede que "se han esmerado" en cuidar a las mulas, algo que achaca a la presión de su campaña. Ella ve injustificado que en el siglo XXI se siga usando animales para carga y recreo, pero hasta que desaparezca su uso pide a las autoridades que "se regule" para que no los sobreexploten en la mayor romería del país.

El viaje de Chula y Charo ha sido épico. Desde Llodio (Álava) hasta El Rocío (Almonte, Huelva), donde hoy es la víspera de la salida de la Virgen, han recorrido "unos 1.100 kilómetros", estima Andrés Gamillas. Muchos por cañadas ganaderas y hasta "calzadas romanas", y la parte central, de Béjar (Salamanca) a Sevilla, por la antigua N-630, con poco tráfico. La etapa más larga fue una en Badajoz, detalla Andrés, de 35 kilómetros, pero la media ha sido de 26 kilómetros al día (la de Gelves a Coria del Río duró sólo seis km). Caminaban cinco días y descansaban uno, y a veces, si llovía, alguno más. "En cuesta arriba, nos bajamos para que no tengan peso y vamos a pie", aclara el romero. Son distancias que una mula afronta sin problemas, precisa Eugenio, su criador.

Caminos inundados

Las jornadas de Chula y Charo empiezan a las siete de la mañana, cuando les dan la primera de sus tres comidas diarias (pienso y paja). Salen a las nueve y paran a las cuatro de la tarde, tras varios altos en el camino. Antes de salir y tras llegar, las cepillan. Las han visto tres veterinarios en la ruta y les queda un cuarto en El Rocío, a petición de ellos, afirma Adolfo. Los amigos dicen que no hay animales más mimados en este Rocío. Los animalistas alertan de que hay muchos que no tienen su suerte y que son maltratados fuera de los focos.

El tiempo ha sido lo más duro para la cuadrilla. Mula y Charo, abajo, y Andrés, José Ramón, Adolfo y Pedro arriba o a pie, han sufrido nevadas y granizadas en El Cerrato de Burgos, y días y más días de aguaceros. "Sólo hemos tenido siete u ocho días sin lluvias", dice José Ramón. La épica se ha agudizado en el tramo final, con los caminos rocieros inundados. Dos pasajeros dormían en el carro y los otros dos en tiendas de campaña, sin separarse de las mulas, acotadas al aire libre con una valla o pastor eléctrico portátil. En Tordesillas (Valladolid), donde el toro lanceado de la Vega, el alcalde les dio refugio y las mulas durmieron en la plaza de toros, adonde las llevó la Guardia Civil abriéndoles camino. Los agentes no les han parado nunca. Al contrario: "Nos saludaban".

A José Ramón se le empañan los ojos y se le corta la voz cuando recuerda las bienvenidas y los regalos de los vecinos de los pueblos en su travesía por Álava, La Rioja, Burgos, Valladolid, Salamanca, Cáceres, Badajoz, Sevilla y Huelva, resumidos en ese ginecólogo de Mérida que acudió a su encuentro y les dijo: "¡Estáis uniendo España!". En esa misión para descubrir "a la buena gente" del país han sido esenciales las dos mulas. "Les hemos cogido cariño, nos va a dar pena separarnos de ellas". Su plan es venderlas en El Rocío a algún mulero local, junto al carro -con panel solar en el techo para cargar los móviles-, y volver a Llodio en AVE. Pero quieren que acaben con un buen dueño. La portavoz de los animalistas pide que no las vendan sino que las donen a alguna asociación que se haga cargo de ellas.

Su criador, Eugenio, se muestra "muy orgulloso de que sean famosas" y contento de que las hayan tratado bien. Antes, cuando las mulas trabajaban como mulas en la mina y el campo, "con 10 o 12 años eran viejas" y con 15 o 17 morían. Ahora, aclara, viven hasta los 25. "Habría que preguntárselo a ellas, pero creo que están mejor caminando que muertas de asco en un establo".

 

 


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