El periodista recuerda que palabra se escribe con 'p' de pan, de playa, de Papa o periódico... temas todos de actualidad.
Tico Medina, un campesino ilustrado
Hemingway dijo que Medina sabía convertir una pequeña noticia en una gran noticia
El trajín del oficio aún le mantiene activo. Escribe para dos diarios andaluces y aparece cada semana en un programa de Canal Sur. Nacido en Piñar (Granada) en 1934, Escolástico Medina García se define como un campesino ilustrado, por eso recuerda a Josep Pla de quien dice que aprendió mucho. Se declara periodista contador de historias, antes que sabio, y asegura que es de donde aprende. Ha conocido a decenas de miles de personas, famosas o anónimas, y de todas ha absorbido algo para incorporarlo a su quehacer. Pero esta actitud de vampiro nunca ha permanecido estática. Al rato ha sentido la necesidad de contar lo que ha observado.
En el reloj del tiempo todo empezó cuando a los seis años el futuro periodista escribió unos versos a un ciprés que tenía su abuelo, porque casi todos los niños y los adolescentes quieren ser poetas, y porque en las tierras granadinas el recuerdo de García Lorca manda mucho en este misterio. Piñar es un pueblo blanco, olivarero, situado en la ruta nazarí, en el que ya tiene una calle dedicada, pero Medina fue un niño de ciudad porque la familia pronto se trasladó a Granada. Volvía al pueblo cada verano pero la ciudad le convirtió rápidamente en un niño que leía periódicos. Así se le incrustó la necesidad de tocar papel porque incluso ahora, si no toca papel -seis o siete periódicos cada día- y si no escribe, parece que le falte algo. A los quince años ya publicó un artículo sobre un viaje que realizó de Granada a Madrid, en una revista de la Academia Isidoriana en la que estudiaba. Su paso por colegios de maristas y escolapios no le convirtió en un alumno brillante, aunque destacaba en las asignaturas de letras. Otra joya quinceañera: escribió una obrilla de teatro titulada La caja de música que se representó en el Liceo artístico de Granada.
La aventura de Tico Medina empieza a los dieciocho años cuando se traslada a Madrid como soldado voluntario con la intención subyacente de estudiar periodismo. El currículum del periodista se dispara: pionero en TVE, donde ingresa en 1952 y donde destaca como corresponsal en México a partir de 1977, redactor y colaborador de Pueblo y ABC, hombre de radio... Entre las decenas de miles de entrevistas, Medina ha recogido las voces de Indira Gandhi, Pablo VI, Richard Nixon, Fidel Castro, el Che Guevara, la Reina de Inglaterra, etcétera. Ernest Hemingway, a quien Medina conoció, le definió como el periodista capaz de hacer de la pequeña noticia la gran noticia. Después el granadino escribió la crónica de la muerte del escritor norteamericano, casi desde el charco de sangre que dejó tras su suicidio en Idaho en 1961. De un modo parecido, es un apasionado de los toreros, más que de los toros. Le han fascinado las figuras de Manolete, Belmonte, Curro Romero, el Cordobés... Le gusta acercarse a ellos, escribir sobre sus vidas, pero justo hasta el momento del paseíllo. A algunos con sus crónicas les ha levantado sus cruces.
El periodismo es muerte y es vida, por lo que en el haber del escritor también reposan dos singulares biografías. En una, A carne viva, que tardó seis años en escribir, recoge las andanzas de Lola Flores, un personaje mágico de quien asegura que ella misma pensaba que era marciana. En otro libro, Entre el cielo y el infierno, que alcanzó una venta de casi un millón de ejemplares, recoge las vicisitudes de Julio Iglesias. Un ser, Iglesias, que parece de cristal pero que él ve como de acero. Medina tiene más de veinte libros publicados.
