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6 de noviembre de 2009

Sevilla por Carlos Herrera

Poema   

 

 

"¿Cómo no voy a acordarme del día en que volví a verte, después de
tantos años, siendo yo un adolescente?. No creas, mi amor, que
esas cosas se olvidan. Lucías tú una clara mañana de verano, de
amaneceres que no mienten, de esas mañanas de luces blandas
que te hacen gloriosa. La luz se había levantado a eso de las seis.
Recién habías despertado y en tu rostro encalado se dibujaba la
dulzura de los cuerpos tibios.(...)

Soñaba con tomarte de la cintura y pasearte a la antigua, con el
paso pegajoso de los veranos; soñaba con acariciarte esos labios
con los que modulas el almíbar de tu acento; soñaba la aurora de
tu mirada mientras se desdibujaba el día tras la ventana de las
cosas. Iba a encontrarte en el fondo de los ojos de La Candelaria.
Soñaba, mi amor, con presentarte a mis padres, y a mis amigos, y
al mundo entero. Y después echar a correr gritando tu nombre por
los callejones de la memoria.

Fue entonces cuando supe que había nacido a ti. Que ya nada
tendría sentido sin ti. Que solo con el favor de una mirada yo
podría construir todo un búcaro de rosas. Que de golpe desaparecía
tanto polvo acumulado en los labios.
Me besaste discreta y quedamente una de esas noches en las que
el amor se te hace grande y ya tengo desde entonces el corazón
vestido de festejo mientras se van desprendiendo, uno a uno, todos
mis pétalos de ceniza

Hoy, mi amor, tras los años, tenemos tantos golpes que ya ni de
pie cabremos en la muerte. A veces pienso, como dijo el poeta, que
solo nos falta la miseria para ser invencibles. Sin embargo, sigo
amándote con la misma imprudencia de siempre, como si fueres
solo mía, como si nadie más pudiera amarte con la furia de los
tímidos o la impericia de los adolescentes. Sigo abrigando una
tortuosa senda de sentires que me lleva, inevitablemente, ante ti. Y
ante ti estoy, al igual que aquél otro día en el que el soplo de tu
gracia golpeó mi rostro adormecido. He vuelto para quererte y para
decírtelo pausadamente, masticando cada palabra y cada verso:

Soy, mi amor, lo que queda de un abrazo
El vaivén de tibias manos en la cuna
Ese gozo que cabe en tu regazo
Cuando un niño está rezándole a la luna.
Soy un hombre feliz porque te amo
Porque espero que tu entraña se entreabra
E ir sembrando, quedamente, tramo a tramo
Tanto amor recriado en mi palabra
No me mueve más la risa que el lamento
Ni a ti la multitud. Una cuadrilla
Te es bastante, te sobra, te da aliento
Soy la sombra, tú la luz, eres Sevilla."


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