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15 de enero de 2015

Entrevista a Lisa Lovatt-Smith

Libro: "Who knows tomorrow - Mañana quién sabe"
Autor/s: "Lisa Lovatt-Smith"

"Por el precio de una cerveza se puede mandar a un niño a la escuela tres meses"

La presidenta de la ONG Orphanage Africa, Lisa Lovatt-Smith, presenta en Herrera en la onda su nuevo libro "Mañana quién sabe". Durante la entrevista explica cómo fue su cambio de una vida en la que trabajaba en la revista Vogue a estar en África en un orfanato.

 

ONDA CERO

Durante la entrevista explica cómo fue su cambio de una vida en la que trabajaba en la revista Vogue a estar en África en un orfanato. 

 

EL PAIS

La editora de 'Vogue' que lo dejó todo y se largó a África

Lisa Lovatt-Smith, fundadora de la organización no gubernamental OAfrica, cuenta en un libro por qué decidió abandonar la moda y consagrar su vida a los niños desfavorecidos. 

Lisa Lovatt-Smith con dos estudiantes de la escuela que su ONG tiene en Ayenyah, al este de Ghana

A los 19 años la nombraron editora gráfica de la edición británica de Vogue, un récord de precocidad que todavía se mantiene vigente en las diferentes publicaciones de Condé Nast, compañía matriz de la revista. Sobrevivió a la revolución editorial –y de plantilla– que emprendió Anna Wintour cuando dirigió la revista –más tarde haría lo propio en Estados Unidos– y se convirtió en su ojito derecho. Después dio forma a la identidad de Vogue España y acabó en París como corresponsal. En ese tiempo, Lisa Lovatt-Smith (Barcelona, 1967) intimó con Karl Lagerfeld, fraternizó con otros colegas como André Leon Talley o Hamish Bowles y acabó convirtiéndose en una aliada imprescindible de Franca Sozzani, directora de Vogue Italia. Pero en 2002 una visita a un orfanato de Ghana dinamitó su esquema vital. Dijo adiós al mundo de los privilegiados y fundó la organización no gubernamental OAfrica, que hoy cuenta con delegaciones en seis países. Esta activista y escritora dirige el corazón de su ONG en la localidad ghanesa de Ayenyah, donde ofrece ayuda a más de 5.000 niños huérfanos o en situación de vulnerabilidad. Hablamos con ella con motivo de la publicación de su libro Who knows tomorrow, un relato vívido y real que contrapone la dos caras de la fortuna humana.

¿Qué te impulsó a escribir tu historia en un libro?

Era muy reacia a hacerlo, pero había mucha gente que me decía que mi historia debía ser contada. Mis hijos [Sabrina, Fatima, Mensah, Beliratu y Ernest], que están muy orgullosos de ser adoptados, también me animaron a que lo hiciera. En la vida es muy importante contar lo que llevamos dentro, sacarlo a la luz. Es una manera de que las cosas traumáticas pierdan trascendencia. Y para mis niños todo eso parecía ser muy importante, así que decidí contarlo.

En el libro explicas que cuando llegaste a Ghana por primera vez con tu hija te diste cuenta de que tu bolso de Chanel estaba completamente fuera de lugar. Un símbolo de poder en el mundo occidental resulta algo obsceno en África.

Quizás fue en ese momento cuando me di cuenta de que todo lo que me ataba al mundo occidental y a la moda no era tan importante como yo creía, que de alguna forma era posible cambiar de vida. Por su simbolismo el bolso de Chanel es casi otro de los personajes del libro.

Cuando tenías cuatro años tu padre se marchó de casa y hasta tu madurez tu madre te crió con ayuda de una familia de acogida. ¿Cómo influyó tu historia vital en la creación de una ONG que presta especial atención a los niños desfavorecidos?

Mi propia experiencia en una familia de acogida, tan positiva como lo fue, determinó mi percepción. Quería reproducir con otros niños el sistema que en mi caso funcionó tan bien. Me abrió muchas puertas y conseguí una beca de estudios. Creo que si no hubiera vivido esa experiencia mi vida habría sido diferente, seguramente no hubiera hecho las mismas cosas.

Aseguras en el libro que la ayuda que se ofrece desde el primer mundo no siempre es acertada.

Lo estamos viendo con el tema del ébola en Liberia, uno de los países más asistidos del mundo. Existe la paradoja de que en Liberia nunca se han construido carreteras ni un sistema de sanidad decente. No cuestiono que todo ese dinero se haya dado con buena voluntad, pero ha ido a parar a cubrir salarios de funcionarios y a otras cosas que no debía ir. Es un debate muy grande, porque está claro que se debe ayudar. Pero desde la publicación del libro Dead Aid, de Dambissa Moyo, no está muy claro cómo. Si se detiene la ayuda las consecuencias pueden ser desastrosas. Hablemos del ébola, por ejemplo, que si se ha extendido de esta forma es porque la OMS no ha destinado el presupuesto que debía destinar a sanidad pública y prevención a nivel mundial. Mi ONG ha colaborado con el gobierno de Ghana durante diez años y lo hemos hecho muy bien. Se trata de ayudar de una forma distinta.

¿Cuáles son las urgencias que ahogan hoy a Ghana y su infancia? ¿Qué causas reclaman una intervención urgente?

El tráfico de niños es un problema muy grande, pero esto no cambiará hasta que Occidente cambie de actitud. Si uno va por las calles de Barcelona puede ver a decenas de menores procedentes de Ghana o Nigeria ejerciendo la prostitución. Por otro lado, resulta imposible que los sistemas de salud de los países de África del Norte funcionen correctamente si no existen carreteras. La respuesta a todas estas cuestiones la tienen los gobiernos, que deben responsabilizarse de su propia población. Una ONG no puede entrar en un país y funcionar por sí sola. Debemos trabajar todos juntos.

En Occidente existe la percepción de que algunos de esos problemas pueden deberse en parte a la corrupción que asola esos gobiernos.

No todos los gobiernos son corruptos ni mucho menos. Según mi propia experiencia, muchas veces el problema es la falta de fondos. En Ghana hay ministros que no tienen secretaria y que se pagan todos sus gastos. Un asistente social, por ejemplo, puede contar con diez euros al mes para hacer todas sus visitas y tiene que cubrir una zona que es tan grande como Castilla-La Mancha. Es frecuente escuchar que detrás de todos los males se encuentra la corrupción, pero al menos yo no he visto nada de eso.

¿Qué recuerdos guardas de la etapa previa a la creación de la ONG? ¿Qué personajes destacarías de aquella época como editora de Vogue?

Franca Sozzani, directora de Vogue Italia, es una de las personas que siempre me ha acompañado. La conocí cuando tenía 18 años y hoy es una de las grandes valedoras de la ONG. Por no hablar de Anna Wintour, que me brindó su confianza cuando yo era muy joven. En Condé Nast conocí a gente impresionante, personas de gran nivel que me inspiraron muchísimo. La familia Missoni y el grupo Valentino también me han apoyado muchísimo. Hay gente que ha hecho fortuna en el mundo de la moda y luego lo ha empleado para hacer mucho bien en el mundo. Y eso también hay que contarlo.

COMPRAR EL LIBRO

El libro 'Who knows tomorrow' se publicará en castellano este año

 


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