Juan Eslava Galán: «Me gusta más contar la historia de quienes la padecen»
Afirma que el relato riguroso del pasado no tiene por qué ser aburrido
Menos generales y más infantería y gentes de la retaguardia. Esta es la historia que narra Juan Eslava Galán (Arjona, 1948) en su último libro, La Primera Guerra Mundial contada para escépticos. Rigor histórico, con ironía y humor. A estas alturas de su amplísima producción literaria, este jienense afincado en Cataluña intuye que está descubriendo un género nuevo, la fusión del ensayo histórico y la novela. Cien años después, la tercera gran guerra es económica, «y podemos decir que Alemania por fin la está ganando».
-Entre la profusa literatura que está generando el centenario de la Primera Guerra Mundial, ¿qué aporta su libro?
-Intento hacer un libro, como todos, para el gran público. He puesto el foco no en los menudos acontecimientos de signo militar, sino en el lado humano de la contienda.
-¿A los historiadores les queda algún filón de la Primera Guerra Mundial por explotar?
-Cada generación reinterpreta la historia que ha escrito la anterior. Los datos objetivos son los que hay, y no hay más.
-En sus obras critica los nacionalismos. ¿Cómo valora el proceso soberanista catalán?
-Me parece un error que procede de la torpeza de los políticos actuales, tanto de los catalanes, que están azuzando esa hoguera un tanto artificial, como de los de Madrid, que no han sabido salir al encuentro de esos problemas. Estamos padeciendo una generación de políticos torpes que hacen que se enconen los problemas. Se habría arreglado dando otro tratamiento fiscal a Cataluña y se habría evitado esta incitación al odio.
-¿Qué historia le gustaría contar ahora?
-Tantas que no sé a dónde acudir. A raíz de este libro, los lectores me preguntan para cuándo la Segunda Guerra Mundial. Y es muy tentador.
-¿Y de Galicia?
-Yo hice mi tesis doctoral sobre historia medieval, y la rebelión de los Irmandiños es algo que no descarto llevar a una novela. Me parece que ahí hay muchas claves de la historia medieval, de la moderna y también del carácter gallego.
-¿Es la historia una excusa para contar historias?
-Sí, sí. Con voluntad de estilo se puede escribir ensayo histórico sin ningún problema. También, por mi propio carácter, me gusta más contar la historia del que la padece que del que la produce.
-¿Está eso reñido con el rigor histórico?
-No. Yo aplico rigor histórico en términos absolutos. La historia no tiene por qué ser aburrida, aunque a veces, a nivel académico, se haga aburrida porque a muchos académicos parece que se les caen los anillos si escriben para el gran público.
-¿Los historiadores han relegado la vida cotidiana?
-Tenemos una historia académica, que se apoya excesivamente en fechas, tratados, batallas, nombres propios de reyes... y parece que la historia de la gente que sufre todo esto no importa. Es hora de rescatarlo.
-¿Cómo casa el humor con una carnicería humana como la Primera Guerra Mundial?
-Aparte de que intento ser una persona irónica y me encanta el humor, es un contrapunto literario muy eficaz. Tengo que introducir los horrores de la guerra de la forma más descarnada para que el lector se haga cargo de lo que era, y para que esa lectura no sea desagradable introduzco elementos de humor, que siempre los hay, incluso en las situaciones más trágicas.