'Wert ha pronunciado la palabra maldita: España'
Carlos Herrera se refiere a las críticas que ha recibido el ministro de Educación por su palabras en el Congreso. Dice que 'este tipo de sensibilidades llevadas a la histeria lo que lleva a pensar es que estamos ante una colección de sectáreos como son los nacionalistas'
ONDA CERO
Carlos Herrera comenta la actualidad económica y se refiere a la polémica en torno a las palabras del ministro de Educación, José Ignacio Wert, en el Congreso, donde dijo que su intención es 'españolizar a los niños catalanes', lo que provocó muchas críticas.
Herrera dice que 'este tipo de sensibilidades llevadas a la histeria lo que lleva a pensar que estamos ante una colección de sectáreos como son los nacionalistas'
ABC OPINION ISABEL SAN SEBASTIÁN
WERT DENUNCIA LA GRAN ESTAFA
Un fraude que ha obligado a millares de españoles catalanes y vascos a doblar la rodilla y tragar con una lengua única
A juzgar por la catarata de descalificaciones e insultos que le cayó inmediatamente en las redes sociales, varios medios de comunicación y hasta el Senado, de labios de un representante de CiU, lo que hizo ayer el ministro de Educación en el Congreso fue un acto rayano en el heroísmo. Una hazaña democrática merecedora de admiración. Una proeza que ninguno de sus predecesores, salvo Esperanza Aguirre, había osado acometer.
Dijo José Ignacio Wert en sede parlamentaria que el Gobierno de España tiene interés en «españolizar a los alumnos catalanes» con el fin de que «se sientan tan orgullosos de ser españoles como catalanes» porque así podrán tener «la vivencia equilibrada de las dos identidades». Una afirmación tan sensata que en ningún país de nuestro entorno europeo habría merecido un minuto de informativo ni mucho menos un titular de prensa. Una obviedad que debería resultar innecesario subrayar pero que en el actual contexto político español, por desgracia, adquiere tintes que algunos califican de provocación y otros, entre quienes me cuento, consideramos dignos de elogio. Porque lo que ha hecho el ministro con esas palabras es ni más ni menos que cumplir con su deber o, cuando menos, anunciar que pretende hacerlo. Una obligación a la que demasiados titulares de esa cartera faltaron.
Nadie cuestiona que el origen del actual brote independentista cuyo azote sufren Cataluña y el País Vasco está en el sistema educativo; en los contenidos impartidos desde hace treinta años en una enseñanza controlada por los ejecutivos autonómicos en manos del nacionalismo. Y menos que nadie esos partidos nacionalistas, PNV y CiU, cuyos líderes siempre exigieron como condición sine que non para cualquier acuerdo parlamentario precisamente la posesión de las competencias en materia educativa. O dicho de otro modo, carta blanca para adoctrinar a las nuevas generaciones en los mitos y leyendas que constituyen la base del ideario con el que alimentan a esos «cachorros» que luego lanzan a calles, plazas y campos de fútbol a clamar por la independencia. Mitos y leyendas que inventan unas presuntas naciones inexistentes en la Historia y atribuyen a la única Nación común, España, el papel de enemiga, chivo expiatorio o pagana de las facturas y las pensiones, según convenga. Mitos y leyendas que hablan de una «Euskal Herría» y unos «Paisos Catalans» imaginarios, que vieron la luz por vez primera en los manuales escolares editados a partir de los años ochenta sin otra finalidad que la de inculcar separatismo, que no conocimientos, en las mentes de los chavales. Mitos y leyendas que llevan a muchos a la convicción de que «Franco fue el último que trató de españolizar Cataluña», como me decía ayer en twitter uno de esos chicos, víctima del lavado de cerebro que ha sufrido su desafortunada quinta.
Tan arrollador ha sido el empuje del nacionalismo desde que Aznar entregó a Pujol en bandeja de plata la cabeza de Esperanza Aguirre a fin de obtener su respaldo, y tan acomplejados han estado el PSOE y el PP, que no ha habido hasta ayer un ministro de Educación con el coraje necesario para denunciar esa monumental estafa. Un engaño, sustentado en la mentira y la tergiversación histórica, en virtud del cual varias generaciones de españoles están mamando odio y espíritu de confrontación en lugar de aprender a construir un futuro mejor para todos en colaboración con el resto de sus compatriotas. Un fraude que ha obligado a millares de españoles catalanes y vascos a doblar la rodilla y tragar con una lengua única (la autonómica) y unos contenidos tan falsos como falsarios, o enfrentarse a la exclusión social. Si Wert pone fin a esa iniquidad, se habr
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