PÚBLICO
La campaña contra el aborto cuesta a la Iglesia 250.000 euros
La mitad han sido aportados por las diócesis, y el resto, por la Conferencia Episcopal
"Nuestras campañas tienen precios modestos. Esta es excepcional y aumenta algo el precio, pero sigue siendo modesto", ha señalado el portavoz episcopal, Juan Antonio Martínez Camino, sobre el montante de la agresiva campaña publicitaria en la que se compara a un niño con un lince y que ha desatado fuertes críticas. Un precio, el del desgaste público, que los obispos parecen dispuestos a pagar.
Pocas veces tan poco dinero causó tanto escándalo. Según las cifras a las que ha tenido acceso Público, el montante no ha superado los 250.000 euros, de los que la mitad han sido aportados por las diócesis, y el resto, por la Conferencia Episcopal, quien niega que los fondos provengan del IRPF. El dinero invertido se antoja mínimo, si se tiene en cuenta el impacto que la campaña ha tenido ya en la opinión pública.
A diferencia de la de la Renta en la que la Iglesia gastó 2,7 millones de euros ahora no ha habido necesidad de contratar publicidad en prensa, radio, televisión o Internet: todos se han hecho eco de la imagen del niño junto al lince.
El bajo coste se debe, en buena medida, a que los ocho millones de dípticos que todavía se reparten en parroquias y colegios de toda España han sido impresos por Edice, la editorial de la Conferencia Episcopal. Los obispos también se han aprovechado de la crisis, que ha derrumbado las tarifas de las 1.300 vallas publicitarias que reproducen su mensaje en 37 capitales de provincia. Madrid y Barcelona, con 215 vallas cada una, son las ciudades con mayor presencia de la campaña.
ONDA CERO
José Ignacio Munilla: "El aborto no puede ser la bandera de quienes dicen defender a los pobres y a los débiles"
Confiesa que una de las tareas pendientes de la sociedad vasca es su despolitización, en el sentido negativo de la palabra, que lo propio de la Iglesia es conocer a las personas sin encasillarlas, sin pretender que el factor político sea determinante de sus vidas.
Respecto a que en las críticas recibidas, pese su origen vasco, monseñor Munilla ha aclarado que dos nos pelean, si uno no quiere y que él llega sin ningún afán de polémica. "Yo contaba con críticas, porque ya teníamos los precedentes de Don Mario Uceta y Don Ricardo Blázquez. Pero también tenía claro que yo no debía de entrar al trapo. Porque el obispo tiene que tener también interlocución con los que le han hecho un recibimiento regular" afirma y pide calma y serenidad porque "el sentido común se termina por imponer".
El obispo de San Sebastián, tras destacar que su relación con su antecesor, monseñor Uriarte, es "muy profunda y entrañable", ha añadido que le hace gracia que se pretenda enfatizar las diferencias entre los obispos, pues él no conoce otro colectivo más unido en España que el de los obispos. Afirma que ya quisieran otros colectivos tener la unidad que tienen entre ellos. "Cuando se pretende establecer tendencias o luchas de poder dentro de la Conferencia Episcopal, me parece que se está hablando de un escenario de ciencia ficción".
José Ignacio Munilla ha tenido también palabras de agradecimiento al pueblo palentino, porque le han acogido con facilidad. Le emocionó el recibimiento sin tener ningún problema de que él fuese vasco. Lo que más le cuesta de haber sido nombrado Obispo de San Sebastián es el tener que dejar la diócesis de Palencia. Pero afirma: "Vamos a ver, si un vasco puede ser pastor en Palencia, con esa comunión tan entrañable, ¿por qué a la inversa no puede ocurrir?. Tenemos que ridiculizar también y desenmascarar ciertos planteamientos".
Respecto a la ley de ampliación del aborto, el prelado de San Sebastián, ha dado su valoración: "Yo quiero destacar la gran contradicción de lo que ocurrió ayer en el Parlamento. Por una parte, existe una izquierda que tradicionalmente se dice a sí misma abanderada de la causa de los pobres y los débiles, que llega a la contradicción de calificar de derecho la matanza de los inocentes. Es algo contradictorio". Cree que no puede ser la bandera de quienes dicen defender a los pobres y débiles, porque "no hay nadie más pobre y más débil hoy en día que ser concebido, y todavía no nacido". Asegura que eso "es más propio de una sensibilidad de la más rancia burguesía del siglo XIX, cuyo valor supremo era su bienestar, pasando por encima del sufrimiento de los inocentes y de los pobres".
Añade que se han limitado a recordar que la culpabilidad moral no recae exclusivamente en quien realiza el aborto y que es curioso que la bandera feminista haya acusado a la Iglesia de machismo, como si ellos "cargasen sobre la mujer todo t
