José Ramón Bauzá Díaz, presidente de Baleares, afirma en Herrera en la onda que es el momento que todas las Comunidades Autónomas sean responsables y apuesta por una cartera básica de prestación de servicios conjunta y definida por todas las CCAA con el Estado. Todo aquel que quiera hacer más, según Bauzá, deberá contribuir con sus propios recursos.
EL MUNDO
De la farmacia al Consolat
Farmacéutico de profesión, pronto descubrió que lo de despachar medicamentos podía esperar. Él prefería suministrar otro tipo de remedios a la sociedad, tenía vocación de político. Sin tradición en su familia, José Ramón Bauzá Díaz (Madrid 1970) se afilió al PP siendo un veinteañero y alcanzó la presidencia del partido en Baleares catorce años después. Con Jaume Matas borrado del mapa y Rosa Estaràs en su retiro dorado de Bruselas, emprendió la difícil tarea de limpiar el partido del aura de desconfianza instalada por los escándalos de corrupción. Y así, sin hacer mucho ruido y con poca experiencia en la primera línea, ha conseguido dejar atrás los pesados lastres. Ahora se muestra ante la opinión pública como un líder capaz de arrebatar el Govern al socialista Francesc Antich.
Casado y sin hijos, la de Bauzá es una historia de vocación y tenacidad. Nació en Madrid circunstancialmente -su padre era un militar destinado en la capital- aunque a los ocho años regresó a Palma donde realizó su formación en un prestigioso colegio de la ciudad, antes de volver a emprender rumbo a Madrid para estudiar la carrera de Farmacia en la Universidad Complutense. Es en ese momento cuando comienza a sentir el cosquilleo de la política y tiene ya sus primeros contactos en el escenario político balear, aunque todavía a unos niveles muy locales. Ya por aquellos entonces se quedaba muchas noches en vela para disfrutar de una de sus grandes pasiones, el baloncesto y aquellas "míticas finales de la NBA entre los Celtics y los Lakers, espectáculo del bueno".
Identificado con la ideología del PP y convencido de que "otra forma de hacer política" era posible, Bauzá se afilió a las filas populares en 1996 cuando ya estaba asentado en Mallorca, tras un nuevo traslado, esta vez a Pont d’Inca Nou, en el municipio de Marratxí. Al principio realizó colaboraciones esporádicas sobre todo en temas de sanidad y de la mano de "Toni Montilla, que fue quien vino a proponerme entrar en la Junta Local de Marratxí". Poco a poco la cosa fue cuajando mientras era regidor en la oposición hasta que en las elecciones de 2003 consigue ser el candidato más votado, aunque en virtud del pacto de gobierno alcanzado con los Independents de Marratxí fue teniente de Alcalde durante los dos primeros años de la Legislatura y Alcalde en los dos últimos, en los que siguió al frente del Área de Urbanismo.
Ya en las elecciones de mayo de 2007 encabezó la lista del PP de Marratxí, donde consiguió por primera vez la mayoría absoluta, con once regidores. Desde julio de 2008 ocupaba una de las vicepresidencias del PP de las Illes Baleares hasta que la dimisión de Rosa Estaràs en 2009 le aupó a la presidencia del partido digitado por la dirección, por lo que las voces pidiendo unas primarias que lo legitimaran totalmente en el cargo no se hicieron esperar. Pese a ello, jugó bien sus cartas y seis meses después revalidó su puesto en un congreso con el respaldo mayoritario de las bases, convirtiéndose así en el primer presidente regional elegido mediante primarias.
Desde entonces ha tenido que lidiar con asuntos espinosos como la lengua o la no inclusión en las listas de los miembros del partido imputados en alguna causa de corrupción. Incluso ha llegado a debutar en el Parlament pese a sus reticencias iniciales pero no todo son flores. Algunas personas de las altas esferas del partido le reprochan que sea una persona difícil de interpretar, que no vaya de frente y que solo se sincere ante unas pocas personas de su confianza, lo que da lugar a ciertas tensiones.
Católico practicante y amante de la novela histórica, otra de sus aficiones es la música, donde asegura tener unos gustos muy definidos: "Nada como cerrar los ojos y sentir cualquiera de las canciones de los Dire Straits y la cara B para Phil Collins que, por cierto, me gusta más en solitario que con Genesis". La lectura y los viajes son otras de las pasiones de este farmacéutico metido a político que confía "en un futuro en volver a estar detrás del mostrador atendiendo a los clientes" en su farmacia.
