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Charles Powell, historiador y director del Real Instituto Elcano, ensalza la figura de Kissinger
Charles Powell es historiador y director del Real Instituto Elcano. Con él, recordamos la figura de Kissinger, que fallecía hace dos días.
"Estoy obsesionado con su figura. Vengo estudiándole desde hace quince años. Hace diez, tuve oportunidad de entrevistarlo. Era un hombre rocoso, difícil. Recuerdo que empecé a preguntarle por algunos episodios controvertidos de su vida política", cuenta. Añade que se puso un poco nervioso e irritable. Y al final, hizo una pausa y le dijo: "a toro pasado todos somos genios". Inmediatamente después, Powell le respondió "doctor, el problema es que yo soy historiador y solamente sé pensar a toro pasado".
Fotografía proporcionada por la Biblioteca Gerald R. Ford muestra al ex Presidente estadounidense Gerald R. Ford (d) reuniéndose con el Secretario de Estado Henry A. Kissinger (i) y el vicepresidente Nelson A. Rockefeller (c) en la Oficina Oval de la Casa Blanca en Washington, DC, EE.UU., el 28 de abril de 1975, para discutir la evacuación estadounidense de Saigón.
Así, se río y se rompió el hielo entre ambos en aquella charla.
Es inevitable que figuras como Kissinger tengan sus luces y sombras. La gran 'luz' estuvo en su visión para poner a Estados Unidos en el indudable liderazgo mundial. Una premisa que corrobora Powell. Sin embargo, era pesimista. "En el fondo, creía que Estados Unidos era un país en declive. No tenía una visión optimista del futuro. No olvidemos que, como resultado de la guerra de Vietnam, los campus universitarios estaban incendiados".
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Para este experto, Kissinger hizo grandes cosas: " La primera, efectivamente, la política de distensión con la Unión Soviética. No pensaba que Estados Unidos pudiese derrotarla. En segundo lugar, la apertura China. Probablemente, su jugada maestra. Y por último, el presidente Nixon. Ambos aplicaron la vieja premisa de que el enemigo de tu enemigo es mi amigo".
"Kissinger era partidario de una democratización gradual en España"
Sobre el papel que tuvo en la Transición española y en su papel de consejero particular en algunos momentos del Rey, cree que es fundamental, pues "era partidario de una democratización gradual y que no se pusiese el orden y la prosperidad que existiese en España a comienzos de los 70".
Su principal idea fue invertir en la figura de Don Juan Carlos. Le conoció y ambos estuvieron en contacto permanente.
"Animó al Rey a ser proactivo, liderar el proceso, y aquí fue clave el viaje del Rey a Estados Unidos en 1976", cuenta. Al regreso de ese viaje, cesó a Arias Navarro y nombró a Adolfo Suárez.
También se manejó la teoría de que Kissinger estaba en el secreto de la muerte de Carrero Blanco. Dice Powell que eso es "un absoluto disparate. Carrero Blanco era el principal entusiasta de la presencia de Estados Unidos en Estados Unidos, el principal valedor de la presencia norteamericana en las bases durante toda su carrera militar y política, y defendió la permanencia de esta relación".
Así, habría sido absurdo que "Kissinger o la administración hubiera contribuido a su asesinato".
Por otro lado, quiere recordar el director del Real Instituto Elcano que "Nixon y Kissinger tenían una pésima relación con la CIA. Creían que era un desastre absoluto y que había fracasado en casi todas sus grandes operaciones".
"Lo importante de su figura es que es un hombre de luces y de sombras debido a ese pesimismo vital, que tiene que ver con el hecho de que los nazis asesinaron a una docena de miembros de su familia durante el Holocausto. Él salió huyendo de Alemania. No siempre atribuía un gran valor a la vida humana", cuenta.
Por último, narra en 'Herrera en COPE' que tenía una relación complicada con su identidad judía. Nixon era antisemita y "se despachaba sobre los judíos ante Kissinger. Siempre tuvo mucho interés en dejar clara que su actitud hacia Oriente Medio y hacia Israel no reflejaba en absoluto su condición de judío".