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30 de abril de 2020

Entrevista a Deborah García Bello

Libro: "No tocar"
Autor/s: "Deborah García Bello"

Hay bulos que nos dicen "que podemos acabar con el virus con petardos y fuegos artificiales

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COPE

Deborah García Bello, divulgadora científica y licenciada en Química, desde La Coruña nos presenta su último libro "urgente" y en formato digital: "NO TOCAR: Ciencia contra la desinformación en la pandemia de COVID-19"  

COMPRAR EL LIBROUn libro urgente y necesario. Un arma de construcción masiva para que la evidencia científica se imponga ante la desinformación.

La actual pandemia de COVID-19 es como un agujero negro de incertidumbre e inseguridad. Vivimos en una situación de excepción y por las grietas del miedo nos cuelan informaciones, a menudo sin mala intención, que pueden ser muy perjudiciales para la población. Es por ello que debemos armarnos con nuestro mejor recurso, la evidencia científica.

¿Qué es un virus? ¿Qué es una bacteria? Y la COVID-19, ¿qué es exactamente y cómo nos está afectando? ¿Cómo podemos protegernos del coronavirus? ¿Conviene salir de casa con mascarilla? Y si no tengo, ¿qué hago? ¿Qué medidas debo tomar cuando voy al supermercado? ¿Cómo me puedo cuidarme, y cuidar de los demás, en el día a día?

NO TOCAR es un ensayo sensible y certero de la situación en el que Deborah García Bello, una de las mejores divulgadoras científicas de nuestro país, además de ofrecernos los consejos más útiles y sensatos para afrontar esta crisis, dará respuesta a estos y otros interrogantes.

Ante la duda, pudor y ciencia. 

 

EL MUNDO

 "Si la ciencia no consigue parar el coronavirus, no lo conseguirá nada"

Deborah García Bello (A Coruña, 1984) Química y divulgadora científica. Acaba de publicar en la editorial Paidós el libro electrónico No tocar: Ciencia contra la desinformación en la pandemia de Covid-19.

PREGUNTA. ¿Existe mucha desinformación en torno al coronavirus?

RESPUESTA. Sí, existe desinformación. Tanto es así que la Organización Mundial de la Salud (OMS) tuvo que sacar unos tarjetones para compartir en redes sociales y tratar de mitigar todos los bulos que estaban surgiendo, sobre todo con respecto a tratamientos mágicos y supuestos orígenes conspiranoicos del virus. Hay desinformación y hay que combatirla.

P. ¿Cuál es la mayor burrada con la que se ha topado?

R. Lo primero es no compartir cualquier mensaje que recibimos. Cuando nos llega algo que nos suena un poco raro no hay que compartirlo, por si acaso, por si es erróneo. Ante la duda, mejor no compartir.

P. ¿Su libro es un antídoto contra esa desinformación?

R. Yo he asumido que mi papel es hacer de altavoz de lo que dicen las autoridades sanitarias y dentro de mi parcela de conocimiento, tratar de explicarlas. ¿Por qué hay unas recomendaciones y no otras? ¿Por qué dicen esto entonces? Tratar de explicar las posibles razones que han llevado a una recomendación, asumiendo siempre que esa recomendación puede cambiar, que es lo más difícil de asumir. Ocurrió por ejemplo con las mascarillas, que al principio se decía que no debían usarse y luego que sí. Es natural que haya esos cambios, pero a la gente le cuesta mucho entenderlo, le parece que son errores cuando es simplemente adaptarse a lo que tenemos delante.

P. ¿Y le parece que las autoridades españolas están comunicando bien?

R. Sí y no, no todo, no todo bien. Lo que más inseguridad genera son los cambios bruscos, como el que hemos vivido con los niños. Y eso repercute en que mucha gente piense que se están tomando las decisiones a lo loco.

P. ¿Hay realmente ciencia en si deben salir o no los niños?

R. No, no hay ninguna evidencia científica que diga que es mejor una opción que otra. Si tuviésemos más evidencias científicas sobre cómo los niños pueden afectar a la propagación del virus, a lo mejor ahí habría ciencia detrás. Pero la verdad es hay más conjeturas y especulaciones que evidencias sólidas.

P. No sé la ciencia, pero el sentido común sí dice que si los niños salen a pasear interaccionarán menos con otras personas que si van al supermercado o a la farmacia, ¿no?

R. También a mí me lo parece. Parece más apropiado que un niño pasee que llevarlo a una farmacia o a un supermercado, pero ahí no hay ciencia de por medio.

P. ¿Cómo nos deshacemos del coronavirus?

R. Existen dos formas de deshacernos de él. Una es utilizando tensioactivos, que los encontramos en el jabón de lavarnos las manos y en el detergente de la ropa, este último mucho más fuerte pero el funcionamiento químico es el mismo. Lo que hacen tanto jabones como detergentes es que disuelven la envoltura vírica del coronavirus, que es una capa lipídica, una suerte de grasa. La hacen soluble en agua, de manera que el virus se va con el agua por el desagüe, como cuando tienes un plato manchado con aceite: si frotas bien con el detergente y lo aclaras con agua, la grasa se va.

P. ¿Y el segundo modo?

R. Podemos deshacernos del virus de una manera más drástica utilizando lejía o alcohol. Estas sustancias actúan desnaturalizando parte de la envoltura vírica del coronavirus. Porque esa envoltura, aparte de esa grasilla, tiene unas protuberancias que son proteínas, y esas proteínas en contacto con la lejía o con el alcohol de desnaturalizan, empiezan a oxidarse y acabas con ellas. Si el virus entra en contacto con lejía o alcohol, en menos de un minuto ya es inactivo. Lo destrozas por contacto.

P. Una duda personalísima, ¿por qué hay que lavar la ropa a 60º?

R. Las autoridades sanitarias dieron esa recomendación para quienes conviven con un enfermo o con personas infectadas como medida de precaución. Porque a partir de 60º grados te cargas todo: prácticamente el 100% de las bacterias, los virus de absolutamente cualquier microorganismo potencialmente patógeno.

P. Entonces, ¿hay que lavarse las manos a 60º?

R. No. Lavar las ropa a 60º es una recomendación general para cualquier infección vírica o bacteriana. Si alguien está contagiado de coronavirus o enfermo, debe extremar su higiene, no puede arriesgarse a coger por ejemplo una infección bacteriana, su sistema inmunitario ya está luchando contra algo como para meterle otro patógeno.

P. He leído en su libro que tengo que tirar las cucharas y espátulas de madera. ¿Por qué?

R. En la industria alimentaria están prohibidísimas. Por varios motivos. El primero, porque la madera también es un material poroso y que se puede astillar, y eso es peligroso desde el punto de vista de la microbiología. En la madera anidan muy bien las bacterias. Y cuando las bacterias encuentran un material en el que están a gusto y pueden proliferar, se montan su propia ciudad, lo que llamamos biofilm. Empiezan a organizarse, a hacer sus propias urbanizaciones, se colocan de forma estratégica para hacerse más resistentes -en la capa de arriba aquellas bacterias a las que les va bien el oxígeno, para que así protejan a las que son anaerobias, que se sitúan debajo-, y para hacerse más resistentes empiezan a segregar algunas sustancias como por ejemplo azúcares . Y cuando ya tienes establecido un biofilm, toda esa comunidad bacteriana, eso ya no hay quien lo destruya. Da igual que le eches un chorro de lejía pura: el biofilm es prácticamente indestructible. La típica espátula de madera con la punta como húmeda y blandengue que hemos tenido todos en la cocina alguna vez es el terror, porque ahí ya tienes un biofilm. Y esto puede ocurrir también en las bayetas de cocina, en el estropajo y en la tabla de cortar las verduras...

P. ¿Y ahí también puede haber coronavirus?

R. No. El biofilm lo forman bacterias exclusivamente, que son seres vivos. Los virus no hacen nada de eso. Los virus, fuera del cuerpo, son como una mota de polvo. Dentro de un cuerpo se comportan como seres vivos, se empiezan a multiplicar y parece que tienen funciones de seres vivos. Pero si no están parasitando a nadie, no hacen nada. Un virus sobre una madera está ahí y ya está, no se multiplica.

P. Otra cosa: si no se sale de casa, ¿hay que desinfectar igualmente los pomos de las puertas, los interruptores, el mando de la televisión, etc?

R. A ver, si no sales de casa, claro que no es necesario. Esas medidas de higiene las pones en práctica si alguien ha salido de casa. Si mi marido sale al supermercado, cuando vuelve se quita los zapatos y los deja en la puerta, echa la ropa a lavar, se lava bien las manos, desinfectamos lo que haya tocado... Pero si no sales de casa no es necesario, el virus no va a entrar por una ventana. La gente me pregunta mucho: ¿si no salgo de casa tengo que lavarme las manos frecuentemente? No, no más de lo normal.

P. ¿Qué hacemos con las patitas de los perros después de sacarles a dar un paseo?

R. Lo de quitarse los zapatos al entrar en casa no es sólo por el coronavirus: era una guarrada entonces y lo es ahora. El problema no es sólo el coronavirus, de la calle puedes traer cualquier otro patógeno, la caca del perro, porquería... Lo que hacen los orientales de dejar los zapatos en la puerta deberíamos hacerlo siempre, no solo por esta pandemia. Y con las mascotas igual, porque cada vez que salen de casa están en contacto directo con el suelo. Lo ideal sería que tuviéramos un barreño con agua y jabón en la entrada de casa y que al volver los aseemos un poco.

P. Otra duda: ¿los alimentos y envases de comida hay también que limpiarlos con una solución de lejía diluida?

R. Sí y no. No porque no hay ningún caso descrito de momento de contagio a través de alimentos y porque las autoridades sanitarias afirman que sería una posibilidad remota que quedase algo de virus en un envase o encima de un alimento, así que en principio no tendríamos por qué preocuparnos por ningún alimento. Pero estamos en una pandemia y no sabemos todas las vías de propagación del virus. Así que, por precaución, creo que no cuesta nada pasar a los paquetes de alimentos un paño con la disolución de lejía que todos deberíamos tener preparada.

P. ¿Cuál es el error más común que cometemos?

R. Pues yo creo que el error más común es que no tenemos muy clara la vara de medir sobre qué debemos hacer y qué no. Le damos importancia a cosas que no son tan importantes. Me explico: las principales recomendaciones de las autoridades sanitarias son mantener la distancia entre personas, lavarnos frecuentemente las manos con agua y jabón y evitar tocarnos la cara. Y como nos parecen cosas muy fáciles de hacer, muy asequibles, no les damos importancia y nos parece más importante si llevamos una mascarilla o no. Hay gente que se pone una mascarilla quirúrgica y se envalentona, se acerca más a los demás, o se toca la cara e incumple las medidas básicas. La gente se pone una mascarilla quirúrgica, asume que va protegida y se comporta de una forma un poco más temeraria. Y una mascarilla quirúrgica lo que realmente hace es proteger a los demás si tú eres portador del virus, pero no evita que si una persona contagiada te toca, te habla y te tose encima tú no te vayas a contagiar.

P. Usted se muestra muy convencida de que la ciencia conseguirá pararle los pies a este 'bicho', ¿verdad?

R. Si la ciencia no lo consigue, no lo conseguirá nada. O es la ciencia o no es nada. Por eso todas mis esperanzas están depositadas en la ciencia.

 


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