Vaticina un aumento de la deuda pública de más de 300.000 millones de euros y ahora ya habla de una depresión que puede alcanzar un 20% del PIB y eso va a ser muy grave.
Y lo peor será que esa gran deuda se aplique bien en acciones que animen el conjunto de la economía. Este Gobierno da muestras de ineficiencia.
Tamames cree que de momento no hay nada seguro sobre los pactos del Gobierno con la Oposición y veremos que ocurre con las decisiones del Consejo de Ministros de hoy sobre la "desescalada". si serán un acuerdo o un "trágala": lo tomas o lo dejas.
Todo va muy lento y desordenado y no se ven acciones claras en el Gobierno ni en la UE orientadas a dar soluciones para la recuperación.
"No veo posible un gran acuerdo, pero sí uno de mínimos"
El economista y político traza su hoja de ruta para acelerar la recuperación tras la pandemia del Covid-19 dentro de la serie '50 Opiniones para salir de la crisis' impulsada por Invertia.
Ramón Tamames (Madrid, 1933) siempre ha ofrecido un testimonio apasionado de unos Pactos de la Moncloa que vivió en primera persona como dirigente del Partido Comunista de España (PCE). Ahora mismo no ve posible reeditar un gran acuerdo con esos mimbres, pero sí considera importante que los dos grandes partidos logren un pacto de mínimos para trazar la hoja de ruta con la que España debe salir de esta crisis inesperada y voraz.
Economista y político, Tamames es catedrático de Estructura Económica y miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. Entrevistado por este periódico en el marco de la serie 50 opiniones para salir de la crisis, se muestra preocupado por el "daño considerable, aunque transitorio", que va a provocar este virus y considera que "España está en una situación económica ahora mucho mejor que la que tenía en el año 2008".
Esta semana el Gobierno va a iniciar los contactos para buscar un gran pacto para la reconstrucción. ¿Sería importante que lograse la adhesión de la oposición para impulsar la salida de la crisis que ha provocado el coronavirus?
Veo muy difícil la firma de un gran pacto por la sencilla razón de que el PP no se entiende con Unidas Podemos y a Pedro Sánchez le produciría mucho dolor romper la coalición de Gobierno para pactar con el PP. Veo más difícil ese gran pacto después de los ataques de Unidas Podemos a los empresarios. Tampoco veo posible un pacto por lo público, como ha puesto sobre la mesa el propio Iglesias.
Lo veo difícil, pero no imposible. Sobre todo si en lugar de ir a un pacto grandilocuente se ciñen a unos mínimos, que son unos mínimos indispensables: un Presupuesto extraordinario para los años 2020 y 2021. Es en estos dos años cuando se tiene que resolver la cuestión.
Aprobar un Presupuesto común es el segundo paso que dice querer dar el Gobierno, tras la firma, primero, de ese gran acuerdo...
Hasta ahora todo ha sido palabrería. Pero es hora de saber de qué recursos disponemos, tanto propios -con unos ingresos públicos muy recortados, muy decaídos-, como de la Unión Europea. Es seguro que tendremos que tirar de los recursos de la UE, del programa SURE [fondo de ayudas para el desempleo] para los parados y del MEDE [Mecanismo Europeo de Estabilidad] para asumir el coste de los ERTE [Expediente de Regulación Temporal de Empleo].
Seguramente también en el sector privado, los bancos y las grandes empresas, van a tener que emitir bonos deuda propia que colocarán en el Banco Central Europeo. Y veremos más ayudas de las que ha convenido hasta ahora la Unión Europea con los proyectos a más largo plazo del BEI [Banco Europeo de Inversiones].
"El acuerdo no es imposible si en lugar de ir a un pacto grandilocuente se ciñen a unos mínimos indispensables: un Presupuesto extraordinario"
¿Cuáles serían las líneas maestras en las que debería basarse ese Presupuesto excepcional?
Es muy sencillo. Primero, los créditos para la pequeña y mediana empresa, que son unos 80.000 millones, aunque hay margen para que lleguen a ser 100.000 millones de euros. Después, las emisiones de deuda pública necesarias para que el Estado vaya facilitando recursos que necesitan las comunidades autónomas, a las que les debe dinero y además, hay que aumentarles la cantidad ya asignada porque están afrontando muchos gastos sanitarios provocados por el virus.
El resto del Presupuesto va por libre, pero también habría que tener una idea de cuánto van a pedir las grandes empresas al BCE. Telefónica y el Banco Santander ya han acudido al banco central. Los bancos lo hacen para tener liquidez y poder dar crédito y las grandes para coger dinero a menos precio de lo que les costaría en el banco.
Por último, ¿cuánto serán los fondos para los ERTE que vendrán del MEDE? Si fracasan la mitad de los ERTE que se han presentado y esas empresas no pueden recuperar el empleo, se incrementará el número de parados y será muy duro.
¿Para qué escenario debemos prepararnos en el desempleo?
Podemos hablar de dos millones más de parados y eso cuesta una barbaridad. Este año tenemos presupuestados 18.000 millones de euros para dos millones de parados, pues si ahora pasamos a tener cuatro millones de parados en vez de dos, pues figúrese. Habrá que llegar a un acuerdo con el MEDE, Pero es importante tener un Presupuesto para ver los recursos de los que se dispone y las obligaciones. Eso es lo que tenemos que averiguar de una vez, en lugar de tanta palabrería.
"En lugar de tanta palabrería, es importante tener un Presupuesto para ver los recursos de los que se dispone y las obligaciones"
En esta hoja de ruta para la recuperación, ¿es importante pensar en el equilibrio presupuestario del mañana?
En estos momentos, la UE ya ha dicho que levanta los topes al déficit y a la deuda. Ha levantado, por un tiempo, las cláusulas de escape del Pacto de Estabilidad y Crecimiento para exceder el coeficiente de déficit público, así como la contención de la deuda pública. Ya todo el mundo se ha dado cuenta de que el balance del banco central se podría llegar a duplicar.
Lo que hace el BCE es crear dinero, contra las garantías de los bonos corporativos de la deuda pública. Pero alguien tiene que crear el dinero y ese dinero se va a destinar a créditos, será un manguerazo para la banca privada y así se mantendrán los tipos de la deuda pública. Es posible que ante una demanda tan impresionante como vamos a ver en los próximos meses, esos tipos de interés se eleven algo, pero no creo que pase del 1% en más de un año.
¿Qué le parece el ingreso mínimo vital que debate el Gobierno?
El sistema de renta social se plantea con no poca precipitación. Su instauración definitiva, si llega a hacerse, tendría que meditarse profundamente, tal como se ha hecho en otros países, y en concreto, en Suiza, donde hubo un referéndum en el que se rechazó la idea. Sí habrá que pensar en un subsidio para otros casos de parados sin derecho a prestación y abordar un SMI diferenciado para facilitar más el empleo.
"El sistema de renta social tendría que meditarse profundamente, como en Suiza, donde hubo un referéndum que lo rechazó"
¿Hasta qué punto la solución a esta crisis pasa por la Unión Europea?
No, el punto de partida ya lo tenemos a nivel nacional, aunque el talón de Aquiles de la economía española lo tenemos en nuestra capacidad de realizar rápidamente los ajustes necesarios para cubrir los objetivos que se han incluido en los reales decreto dictados hasta ahora.
El primer pilar es el crédito avalado por el Estado, un proceso que va muy lento, pero ya hay un paquete de 20.000 millones de euros que están en curso. Vamos a ver ahora qué velocidad da el ICO a esos avales porque se los va a estudiar a fondo. La idea inicial es que ese aval, en el futuro, sea una quita de deuda para muchas empresas que lo reciban. Se va a convertir casi en un subsidio sobre todo para los pequeños créditos y el ICO lo está gestionando de forma muy lenta.
En el caso de los ERTE, los casi tres millones de trabajadores afectados ya tendrían que estar percibiendo las ayudas, pero hasta mayo no va ser posible cobrar porque hay multitud de expedientes y las comunidades autónomas no tienen capacidad de gestionarlos. Así que ya hay dos cosas en marcha, pero se van a dilatar en el tiempo y tienen muchos problemas todavía.
"En el futuro, el aval del ICO será una quita de la deuda para muchas empresas que lo reciban. Se va a convertir casi en un subsidio"
Lo que venga de Europa llegará más tarde. Será a partir del verano y ahí, el Estado tiene que demostrar una capacidad de gestión, tiene que conseguir firmar los acuerdos con sus socios europeos porque no se cierran sobre la marcha.
¿Le preocupa la posición en la que España se sienta en esas negociaciones?
Los 500.000 millones de euros que ha propuesto la UE hay que asignarlos por países y vamos a ver lo que nos toca. Además, la UE ha alcanzado un acuerdo en el Eurogrupo. Pero fuera, están Polonia, Chequia, Eslovaquia, Rumanía, Bulgaria o Croacia. No están en el eurogrupo, pero también podrán pedir esas ayudas. ¿Va a haber dinero para todos? Si se quiere y se estudia bien, sí, pero hay que negociar.
¿Podría España negociar con más fuerza si se presenta ante sus socios europeos con un acuerdo político con la oposición?
Sí, exactamente. Eso es una buena idea. Naturalmente, lo primero que hay que hacer es elaborar un Presupuesto porque estamos dando palos de ciego. No sabemos ni lo que tenemos, ni lo que necesitamos. Hay que estimarlo y una vez estimado, hay que negociarlo dentro para que, efectivamente, lo que vaya a Europa vaya apoyado por todo el arco parlamentario. Y si no fuera posible, al menos por el PP y el PSOE, aunque no creo que caiga Unidas Podemos. ¿Y Vox dónde estará? Estará diciendo yo estoy de acuerdo, pero Unidas Podemos no le va a dejar firmar. Además, Vox exige la dimisión de Sánchez, también eso es imposible. Se quedarán, como suele decirse, a la luna de Valencia.
"El Presupuesto que vaya a Europa debe estar apoyado por todo el arco parlamentario. Y si no fuera posible, al menos por el PP y el PSOE"
Usted también estudió medicina y estamos ante una crisis de origen sanitario. ¿Cómo se puede mejorar la gestión para acelerar la recuperación?
En este momento está todo desbordado. Igual que se ha desbordado el sistema nacional de salud, que es la Sanidad pública y la privada, también se ha desbordado la Administración porque la mayoría de los funcionarios están confinados. Habrá que esperar a que salgamos el día de San Isidro para que se reactive. Luego hay un sentir general, pues se ha pasado de 12 ministerios a 22 ministros, cuatro de ellos vicepresidentes. Deberían plantear reformar la coalición para que haya un Gobierno más dinámico y eficiente y que la necesaria transformación se haga más pronto que tarde.
«La República sería el origen de plantear otra guerra civil»
Presente en los Pactos de La Moncloa de 1977 en nombre del PCE, advierte al Gobierno sobre la ruta a seguir: «Los experimentos, con gaseosa»
-¿Es comparable esta situación a la de entonces?
-Las condiciones eran muy especiales: el retorno a la Democracia. No existía ese virus nacionalista que ahora nos sobrecoge. Después del 15J, había que demostrar al personal que la Democracia servía para algo, que no iba a ser un puro bla, bla, bla. Por parte del Gobierno había un plan unilateral que le criticamos Santiago Carrillo y servidor. Le entregamos una papela para plantearle una política en común, cosa que fue tomando cuerpo en la Comisión de Economía del Congreso. El toque de gracia fue cuando Fernández Ordóñez dijo que había que hacer una política de concentración, pero sin el coste de un Gobierno de concentración. Esa fórmula fue bastante buena, y Adolfo Suárez finalmente la asumió y nos convoco aquel fin de semana de octubre de 1977.
-¿Fue esa idea la que salió de los conversaciones en La Moncloa?
-Allí se presentó el informe, que fue muy ampliado. Hubo muchas novedades, como el Estatuto de los Trabajadores, que llamábamos el Código del Trabajo, una posible reforma agraria y una referencia a la empresa pública.
-En aquel momento había una inflación insoportable.
-Llevábamos mucha pólvora de los sindicatos, que no estaban en el encuentro. Al final, la fórmula de la moderación salarial fue muy inteligente. La inflación del 22% prevista para el año 78 quedó en el 19%. Cuando teníamos que convencer a Marcelino Camacho para dar el sí a los pactos, le decíamos que eran inevitables medidas para contener la inflación, porque si no nos íbamos todos al garete. Y se ganó poder adquisitivo en 3 puntos el primer año, Eso fue decisivo.
-¿Fue muy difícil convencer a Marcelino Camacho?
-En principio sí, ya se sabe cómo era. Era una hombre muy expositor de sus temas, a veces se alargaba mucho, pero siempre con buenas intenciones. Él comprendió que la Democracia necesitaba una moderación salarial, lo entendió al final. Y luego fue muy defensor de los pactos.
-¿La posición del PCE era inicialmente la búsqueda del consenso?
-Aunque en el PCE no era la doctrina oficial, la doctrina real es que en el manifiesto que hicimos en la llamada rebelión estudiantil del 56 ya iba la reconciliación nacional. El PCE ya había renunciado definitivamente a la causa de la República. La causa no era la República, sino la reconciliación. Había conciencia en el PCE de que hubo un cambio social importante en el franquismo, una ampliación muy fuerte de las clases medias. Plantear un sistema de socialización era absurdo.
-¿Alguien en el comunismo europeo estaba aún entonces en esas tesis?
-Presionaban mucho los italianos. Enrico Berlinguer (secretario general del PC italiano en 1977) era el defensor máximo. Yo estuve con él varias veces. Pero cuando le preguntaba, usted qué prefiere, ¿la Unión Soviética o Suecia?, él decía: «Suecia» (risas). Él no tenía nada de leninista, y menos de estalinista colectivizador.
-¿La colectivización estaba en los planes de alguien en nuestro entorno?
-No, salvo quizá un poco (Georges) Marchais (secretario general del PC francés). También tuvimos alguna cita con él a propósito de los pactos, que los tuvimos que explicar. Él era muy seguidor de Pravda. Antes de opinar nada, leía Pravda.
-Podemos, y también el PSOE, idealizan la República. ¿Qué mensaje les envía?
-Yo he ido evolucionando, y otros también. Se lo decía un día a Hugh Thomas: «Hugh, te encuentro cada día menos republicano». Se echaba a reír y me respondía: «Sí, creo que nos pasa un poco a todos». La República fue la preparación de la guerra. Llevaba ideas sanas de Democracia, de cultura y de redistribución de renta, pero lo hicieron todo bastante mal y crearon una división de España que dio lugar a la Guerra Civil. También la extrema izquierda hizo lo posible para que hubiera una guerra. Perdone que me desvíe un minuto: la guerra la plantearon Largo Caballero, el Lenin español, y el señor Mola, que además de tener una gran capacidad de conspiración y de organización, tenía una ideología absolutamente en la derecha y en las instituciones antirrepublicanas. Esos son los verdaderos responsables de la guerra: Franco se apuntó cuando no había otra salida.
-¿Qué le dice al republicano de hoy?
-No vamos a decirles lo de «los experimentos con gaseosa». Yo soy de la Constitución, de la Monarquía parlamentaria. Aquel Sábado Santo rojo, como definió (Joaquín) Bardavío, aceptamos la Bandera y la Monarquía, y no pasó nada. Y hemos tenido la fortuna de que Don Juan Carlos y ahora Don Felipe están por un país democrático. La figura del Rey no es ninguna causa de perjuicio, incluso se echa de menos que el Rey modere las instituciones un poco más activamente. Yo le diría que la República sería el origen de plantear otra guerra civil.
-Los comunistas que hoy están en el Gobierno sueñan con la República...
-Estos no son ni comunistas. Su visión es entrar en el Gobierno como sea para trata de hacer una especie de quiebra entre dos facciones y aparecer ellos como los más sociales. La Renta Mínima Vital puede ser el origen de un desincentivo tremendo para la búsqueda del trabajo.
-Vuelvo al principio: ¿Es comparable la situación a la de 1977?
-La situación es muy distinta. Entonces era una inflación brutal, una crisis energética que se había transformado en industrial, y una crisis financiera porque las empresas que cerraban no devolvían sus créditos. Una triple crisis. Y había que dar el do de pecho democratizando las instituciones. Fue completamente distinto. Lo que tenemos que buscar es un sistema para poner la economía otra vez en funcionamiento. El New Deal de Roosevelt: la política de cebar la bomba.