COPE
Diego Martínez trata hoy el caso de Philipp Onyancha. Nacido en 1978, Onyancha era un guardia de seguridad de Kenia, que confesó 19 asesinatos tras sus detencion a principios de junio de 2010. Cuando es detenido confiesa que su intención era matar a unas 100 personas ya que tenía la creencia de que los espíritus podian librarlo del mal.
El bebedor de sangre cuando fue detenido llevó a la policia al lugar donde se encontraban los cuerpos de algunas de las 19 mujeres y niños que confesó haber matado en 2009. Además, la multitud quiso apalearlo tras descubrirse los cuerpos sin vida de dos prostitutas a las que asesinó en el año 2009.
Onyancha, dijo que nunca violó a sus víctimas, que eran exclusivamente mujeres y niños, pero que su propósito era beber su sangre como parte de un ritual mágico, las estrangulaba y luego comenzaba a beber su sangre. "Yo no puedo decir que conocía a alguna de mis víctimas, porque siempre que he desarrollado ese impulso de beber sangre, me fui directamente a mi objetivo".
NUEVE ASESINATOS EN NAIROBI
Se halló un esqueleto en una empresa de Alcantarillado donde el asesino trabajaba. El cadáver de otra mujer había estado escondido durante dos años en el techo de un cuarto de mantenimiento de un centro comercial en el suburbio de Gama Alta de Karen. Onyancha admitió nueve asesinatos en Nairobi, y otros diez en las ciudades de Kenia como Thika, Naivasha, Nakuru y Nyeri.
Onyancha y sus cómplices Tobias Nyabuhanga Arad y Douglas Obiero Makori, fueron acusados de asesinar a Anthony Njirwa de nueve años de edad, en Muiruri en la aldea de Ngando en Dagoretti. Tambien asesinaron a Catherine Chelang'at, de 32 años, quien desapareció el 22 de noviembre de 2008, y cuyo cuerpo fue encontrado descompuesto en la azotea de las oficinas de la empresa de alcantarillado en Karen, en Nairobi.
También confesó los asesinatos de las prostitutas Hellen Nyambura y Jackline Wambui, de 25 años, cuyos cadáveres fueron hallados en una de las habitaciones en Rwambogo Bar y Restaurante y Bar Apto en Thika.
Onyancha dijo que creía que su confesión habia roto el poder de los espíritus. Hasta su detención, se había sentido invulnerable. “Yo estaba muy seguro de que nadie me podia detener”. "Me siento aliviado ... No fue mi deseo de hacer estos males, pero ... es que yo no era yo mismo."